Crédito: Pexels - Amy Pointer
Judas Iscariote, ese personaje vilipendiado en los evangelios canónicos y símbolo icónico de la traición, para las iglesias católica, apostólica armenia y católica ortodoxa, también ha sido en alguna forma, reivindicado por lo expresado en un papiro encontrado en Egipto en 1978 y datado en trescientos años después de Cristo. Ese documento se conoce como el Evangelio de Judas y señala, que la supuesta traición del apóstol, le había sido expresamente solicitada por Jesús, como una misión necesaria para que la profecía de su muerte y resurrección se cumpliera. Sin embargo, curiosamente, los Islamistas son los únicos que en su libro sagrado —el Corán— desdicen de la mencionada traición y presentan a Judas Iscariote como un apóstol digno de veneración y respeto.
Comoquiera que el objetivo del presente artículo, es la relación de una tradición Iberoamericana, la cual comporta el tratamiento despectivo de ese apóstol y su desprecio, execración y final exposición a la vindicta pública, por haber vendido a su Maestro por 30 siclos de plata; nos enfocaremos en la descripción de la tradición en Latinoamérica.
El origen de esta tradición es muy antiguo, remontándose a la ‘’Fiesta de Fuegos’’ que realizaban los campesinos turcos en el siglo VI d.C., en celebración de la llegada de la primavera; de allí, pasó a la Península Ibérica y posteriormente a América, durante el periodo de la conquista.
En Venezuela, la primera vez que se quemó a un personaje representando a alguien, al cual se despreciaba, ocurrió en la ciudad de Cumaná en 1499, tan solo siete años después del primer viaje de Colón y el consecuente descubrimiento de América. Comenzó así la tradición en ese lugar del territorio oriental venezolano, al inicio del período de la conquista española. El relato del acontecimiento narra, que el muñeco quemado en esa primigenia manifestación de descontento (realizada por los indígenas que habitaban los terrenos, de lo que sería muchos años después, la ciudad de Cumaná), fue dedicada al célebre marino italiano Américo Vespucio. Los indígenas lo tacharon de mentiroso, por haberles prometido espejos y baratijas para que lo ayudaran a construir un bergantín, con el cual se iría a España y supuestamente regresaría. Con el tiempo y viendo los indígenas que Vespucio no regresaba, cumplieron el ritual de identificarlo con un muñeco, el cual prepararon al efecto y quemaron en clara señal de protesta.
La segunda vez que se realiza este ritual, (ya el pelele se identificaba con Judas Iscariote) se instituye esa tradición, que, de acuerdo con algunos historiadores, se celebró en el año de 1801 en la ciudad de Caracas. A partir de ese año y hasta el presente, especialmente en Caracas y los estados Lara, Cojedes y Aragua se realizan las más famosas quemas de Judas, reconocidas así por su gran espectacularidad.
La quema de Judas se realiza en quince países latinoamericanos. En Suramérica: Ecuador, Brasil, Perú, Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Colombia, Bolivia y Venezuela. Costa Rica, El Salvador, Guatemala y República Dominicana en Centroamérica y México en Norteamérica. Curiosamente, todos los países mencionados realizan dicho rito en el mes de abril, durante la celebración de la Semana Santa e indefectiblemente el Sábado de Gloria o el Domingo de Resurrección, salvo dos excepciones: en Ecuador y Uruguay, donde esta tradición se celebra en la época navideña, entre el 28 (Día de los Inocentes) y el 31 de Diciembre.
En Venezuela esta tradición tiene, al igual que los otros países que la celebran, el objetivo de representar la justicia popular, como una decisión del pueblo llano, al personaje político o gobernante impopular y en otros países, a algún personaje del ámbito deportivo que haya cometido una falta notable.
El protocolo de ejecución de La quema de Judas comienza con la confección de un monigote, cuyo cuerpo se viste con trajes y zapatos viejos, donados por la comunidad, el cual se rellena de paja o trapos y fuegos artificiales y luego se procede a la lectura de un testamento, redactado al efecto y donde se mencionan sus faltas, para luego pasarle una soga al cuello y acto seguido arrastrarlo desde el punto de partida hasta la Plaza Mayor del pueblo o ciudad, para luego ahorcarlo y quemarlo.
Hay algunas variantes del rito, entre las cuales cabe mencionar los materiales de confección del monigote (cartón, trapo, plástico o una mezcla de esos materiales), el tamaño, que puede ser de poca estatura, hasta alcanzar una decena de metros. También en algunos países como Brasil, el monigote es apedreado, jironado, golpeado e insultado durante su recorrido por las calles. El ritual termina con la destrucción del monigote por el fuego y le sigue en otros países, como México, un colorido y abundante espectáculo pirotécnico. Durante todo el desarrollo de la celebración callejera, hay profusión y alto consumo de comidas y bebidas.
Solo en Costa Rica, se ha observado en los últimos años, la ocurrencia de excesos y abusos en el comportamiento de los celebrantes, por lo cual las autoridades han tomado medidas precautelares, sobre la muchedumbre que acompaña al Reo de Traición: Judas Iscariote.