Andrea González.- Hablar con el corazón y mostrar los aspectos más crudos pero certeros de una realidad. Esas son unas de las pocas cosas que demanda hacer un documental, demostradas por Gustavo Tovar-Arroyo con su visión trágica, implacable y compleja de la realidad venezolana en su documental “Chavismo: la peste del siglo XXI”.
Previo a su visita a Houston, pautada para el próximo 25 de septiembre en Spazio In Events, decidimos conversar con el reconocido como guionista y director en múltiples países, que ha alcanzado lo que muy pocos directores venezolanos han conseguido, crear conciencia sobre la crisis venezolana.
¿Cómo se le ocurrió abordar toda esta historia, de donde vino la iniciativa? El asesinato del hijo de la directora de la fundación Humano y Libre, Gisela Berrizbeitia por parte de la tiranía fue el principal incentivo. Quería responder con arte y sensibilidad a uno de los momentos más desconcertantes y tristes de mi vida.
¿Qué fue lo más trascendente para usted al realizar este documental, hubo algo que aprendió durante su realización? Aprendí que el derrumbe de las sociedades, naciones enteras y la civilización se da por la inmoralidad y corrupción de las élites. Fenómenos políticos como Chávez, Hitler, Castro o cualquier otro, sólo es posible en pueblos donde sus bases morales y éticas están completamente corrompidas, cuando sus élites políticas, religiosas, económicas o culturales se prostituyen y permiten todo.
Si pudiera elegir un momento de este largometraje que la gente recuerde, ¿Cuál sería? Algo que impacte, que la gente no olvide. El himno nacional acompañado por la heroica y trágica lucha de los niños de Venezuela. Es un momento a un tiempo inspirador y desgarrador. Se confunden emociones, se superponen unas sobre otras, se ama y se odia, tal cual está ocurriendo hoy en día en Venezuela.
¿Qué tan difícil fue concretar esta producción? Tomando en cuenta los problemas que existen al buscar retratar la crisis política dentro de Venezuela. Muy difícil, no sólo porque la tiranía arremetió despiadadamente contra mí en el momento que lo producía, apresando y persiguiendo a varios de los productores, sino además por el temor, la desconfianza y la duda que generaba aparecer en él. Todas las personas que participaron y apoyaron son a su modo paladines de su tiempo, se atrevieron a dejar un testimonio arriesgando su libertad y su vida.
¿Cómo visualiza usted la recepción de esta historia en el extranjero? Me sorprendió que lo que para nosotros es una herida abierta y permanentemente sangrante en otros países no fuese conocido. Eso, no lo niego, me sorprendió mucho. No hubo un solo lugar donde el Chavismo se ha presentado, fuese Francia, Alemania, España, Estados Unidos, Ecuador, Argentina o la India, en el que el público no dijese: “Dios, no sabía esto. ¡Qué tragedia!” La historia ha sorprendido al mundo que ahora entiende mejor que nunca el crimen que fue cometido en Venezuela.
¿Considera qué “Chavismo: La Peste del siglo XXI” retrata completamente lo que vive Venezuela? En 90 minutos “Chavismo: la peste” presenta la ruina histórica de 20 años. Fui muy sutil, no fui tan descarnado y asfixiante como la realidad ha sido. Así que, aunque pienso que si retrata nuestra devastación, me quedé corto. Por eso trabajo en nuevos documentales.