Simone Biles, consagrada en los Juegos de Río como una de las mejores gimnastas de la historia, termina su año de gloria montada en un carrusel de fiestas, giras y promociones que la han hecho pisar la alfombra roja, subida a unos tacones, más veces de las que ha recorrido descalza el tapiz blanco de entrenamiento.
La publicación en noviembre de su autobiografía, ‘Courage to Soar’ (‘El valor de volar’), y la obligada gira de presentación por medios de todo Estados Unidos han apretado aún más la cargada agenda social de Biles, ganadora en Río de cuatro medallas de oro y una de bronce y que tiene la intención de tomarse un largo periodo de descanso de la gimnasia antes de preparar los Juegos de Tokio 2020.
Una de las primeras cosas que hizo tras regresar de Brasil fue decir adiós a una relación de trece años con su entrenadora Aimee Boorman. La preparadora decidió abandonar el gimnasio de los padres de Biles, el World Champions Centre de Spring (Texas), del que era directora técnica, y fichar por un club de Sarasota (Florida).
Boorman proyectó una sombra de duda sobre la continuidad de Biles en la alta competición en unas declaraciones a la revista ‘People’: “Simone entiende que la vida sigue y sabe que, si piensa continuar en la gimnasia (…), yo siempre estaré deseando entrenarla”. Pero la gimnasta se encargó pronto de aclarar sus intenciones al señalar que descansaría “tal vez un año”, pero que luego quería “volver e intentarlo para Tokio”.
“Ahora no hay manera de que pueda hacer todo lo que estoy haciendo y comprometerme a entrenar al ciento por ciento”, comentó Biles al ‘USA Today’. Su paso por el gimnasio ha quedado reducido a una media de tres días por semana.
La Gira de Campeones, un tour organizado por la firma Kellogg’s entre septiembre y noviembre con gimnastas de todas las especialidades, y que recaló en 36 ciudades, mantuvo a Biles en contacto con los fans y con el deporte que la transformó en estrella olímpica a los 19 años.
Pero Simone, la niña de triste infancia que fue adoptada por sus abuelos después de que a su madre biológica le retirasen la custodia debido a sus adicciones, ha pasado los últimos meses de 2016 acompañada, más que por gimnastas, por famosos relacionados con el mundo del espectáculo.
Recibió o entregó premios en las galas de la MTV, la Asociación de Música Country o las Mujeres del Año de la revista Glamour; encabezó el desfile del Día de Acción de Gracias en Houston; fue elegida por ‘Time’ una de las adolescentes más influyentes del mundo; entró en el último corte de esta misma publicación para elegir al personaje del año (Donald Trump resultó imbatible) y ganó el premio a ‘Mujer del Año’ de la web ESPNw.
También promocionó un videojuego y coqueteó con la posibilidad de una futura participación en el concurso ‘Dancing With the Stars’ (‘Bailando con las estrellas’). Hizo publicidad para distintas firmas, entregó unas becas a jóvenes estudiantes junto a la actriz Emma Stone y coincidió en platós y entrevistas con uno de sus ídolos, el actor Zac Efron (‘High School Musical’), al que conoció precisamente en Río de Janeiro.
Además, formó pareja con el cantante pop Jake Miller en el vídeo de la canción ‘Overnight’, en el que la gimnasta y el artista bailan, se abrazan e intercambian caricias. Esta actuación tuvo para Biles una inesperada e indeseable secuela: seguidores de Miller vertieron en Youtube comentarios racistas, al lamentar que el cantante, blanco, se relacionase con una mujer negra.
“La gente olvida que yo también tengo sentimientos”, escribió la multimedallista en su cuenta de Twitter.
No es este el único asunto desagradable al que tuvo que hacer frente Biles tras su regreso de los Juegos. El pirateo de los archivos de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) por parte del grupo ruso de ‘hackers’ Fancy Bear sacó a la luz que Biles toma sustancias prohibidas, aunque sea de forma legal gracias a una Autorización de Uso Terapéutico (TUE).
Esto obligó a la gimnasta a confesar públicamente que padece Transtorno por Déficit de Atención por Hiperactividad (TDAH), una alteración del comportamiento que se trata farmacológicamente con psicoestimulantes.
“Tengo TDAH y medicarme para ello no es algo para estar avergonzada o para temer que la gente lo sepa”, tuiteó.
“Por favor, sabed que estoy a favor del deporte limpio, que siempre he seguido las reglas y que seguiré haciéndolo porque el juego limpio es decisivo en el deporte y es muy importante para mí”, añadió en otro mensaje.
La gimnasia estadounidense es una máquina de producir campeonas olímpicas, pero es muy infrecuente que una misma chica repita en dos ediciones de los Juegos. Los compromisos sociales de Biles en los últimos y en los próximos meses la alejan del deporte de alto nivel, pero es posible que no lo acuse en exceso, gracias a su enorme categoría.
Así lo piensa Eva Rueda, excampeona de España y ahora entrenadora de la selección en el CAR de Madrid.
“Biles es una de las mejores de la historia de la gimnasia. Tiene un potencial impresionante, es un talento físico, y para una gimnasta así no es un problema dedicarse un año a sus contratos publicitarios. Puede retomar la gimnasia y rendir al mismo nivel”, comentó Rueda, que fue dos veces olímpica.
“El mayor problema”, dijo a Efe, “sería volver a centrar la cabeza después de haberse dedicado a otras cosas y haber conseguido los títulos más importantes. No sé con qué ambición y ganas volvería a retomar sus entrenamientos”.
“Casi ninguna americana ha continuado haciendo gimnasia después de haber ganado tantos títulos y los Juegos Olímpicos”, observó Rueda, “pero sería un placer seguir disfrutando de la gimnasia y el talento de Simone Biles”.
La estrella texana termina el año en todas las listas de los deportistas más destacados de 2016. Pasa las vacaciones de Navidad en Belize, país del que también tiene la nacionalidad porque su madre es de allí. Montreal será en 2017 el escenario de los próximos Mundiales de gimnasia, en los que Biles optará, si compite, a un cuarto título consecutivo. Pero su calendario deportivo para los próximos años es aún un misterio. Buscar un nuevo entrenador será su primera misión.
EFE / Foto: EFE