
Foto: Cortesía
Doray Castillo.- Rebeca Vanessa Domínguez Profeta es una medico venezolana, viviendo en los Estados Unidos, con una historia motivadora y ejemplar digna de contar. Nacida y educada profesionalmente en Barquisimeto, estado Lara.
Hizo su carrera de medicina y una vez culminado sus estudios, se mudó a Valencia, estado Carabobo, donde realizó su rural como parte de los requerimientos educativos.
Luego, hizo el internado rotatorio en Cirugía General en Puerto Cabello, estado Carabobo, por dos años, y posteriormente se mudó a Caracas, Distrito Federal, donde hizo un postgrado en Cirugía, en el Hospital de los Magallanes de Catia.
Durante su postgrado, la terrible debacle del sistema de salud —sobre todo del público—era bastante inminente. Su sueño siempre fue poder practicar la cirugía y desarrollarse como profesional, en un ambiente donde se podía ayudar a los pacientes, pero eso se convirtió en un reto, dada las condiciones para ejercer la medicina en el país.
Por eso, durante su segundo año de residencia, finalmente se enfrentó a una pregunta muy difícil, como ella misma cuenta: “¿Era todavía posible ser la cirujana que quería ser en mi país? Y si la respuesta era no, ¿era yo capaz de dejar todo lo que conocía y perseguir mi sueño?… Inequívocamente, mi respuesta fue: sí”.
Al finalizar su postgrado, la vida de Rebeca vida se redujo a dos maletas, y así emprendió su mudanza a Houston, Texas; y la persecución de su nueva meta: convertirse en Cirujano General en los Estados Unidos.
Una vez en Houston, Rebeca comenzó a estudiar para revalidar su título, además debía tomar los exámenes de USMILE, que integran toda la carrera de medicina. Con ese objetivo claro en su mente, entendió que para alcanzarlo tenía que dejar de pensar en ella como “la cirujana” y que debía buscar la manera de sustentarse.
Fue así como trabajó en dos empleos: en un turno comenzó a trabajar como asistente médico en una clínica muy pequeña en el sur de la ciudad, donde ganaba menos que el mínimo —por razones de status migratorio— y luego, por la tarde representaba la típica niñera de acento fuerte latino para una familia maravillosa que la apoyó siempre en sus objetivos. Así, transcurrieron casi tres años.
Tomó los exámenes y en el “Step 1”, que se trata de ciencias básicas y representa el mayor reto, no obtuvo el resultado que buscaba, y esto la desestabilizó por un tiempo. Le costó mucho salir de ese revés, ya que ella sabía lo importante que era obtener una puntuación muy sobresaliente para lograr conseguir una posición en un postgrado en los Estados Unidos, y el de ella, estaba dentro del promedio.
Después de aprender a no ser un juez tan duro contra ella misma, continuó estudiando y tomó el resto de sus exámenes; pero se dijo a si misma: “necesito mejorar mi resumen curricular, y la manera de lograrlo es haciendo investigación”.
Rebeca siguió contando: “yo sabía de un doctor que hacía cirugía robótica y laparoscópica en el estado de California, y que ofrecía puestos de investigación. Le escribí un email presentándome, y luego mandé un email cada lunes después de ese primero por dos meses, sin obtener respuesta. Hasta que decidí llamar directamente a su oficina y logré que su asistente me programara una entrevista por Skype.”
En esa entrevista, Rebeca se enfrentó a la realidad de que, aunque podía obtener el puesto, no había recursos para pagarle, y teniendo que mantenerse y enviar dinero a Venezuela para sus padres, el no recibir remuneración era un lujo que realísticamente no se podía dar.
Ella no dejó que esto la apartara de su camino. El doctor dijo que probablemente aprobarían unos recursos pronto, y así fue. Fue tan persistente, que el doctor finalmente decidió darle el trabajo.
Después de dos años y medio muy duros en Houston, este doctor la introdujo al mundo del cual ella anhelaba ser parte. Trabajó para él directamente en el laboratorio del “Center for the Future of Surgery” en la Universidad de California, San Diego como “fellow” de Investigación en Cirugía Mínimamente Invasiva, en su laboratorio hasta las cuatro de la tarde, de allí salía a su segundo trabajo, a hacer entregas de compras de supermercado a través de una aplicación de teléfono. ¡Vaya contraste!
Con su jefe, fue a diferentes congresos presentando sus trabajos y eso la estimuló más a lograr su cometido. De ahí, fue enviada a la ciudad de San Francisco a trabajar para una empresa, producto de la fusión entre Johnson & Johnson y Google, como Asesora Clínica en el proyecto de la creación de un robot para cirugías
Rebeca exclama: “¡wow! Dios compensaba mi esfuerzo y mi vida dio un giro de 180 grados. Pronto se acercó el momento para el cual me había preparado por 4 años y medio: Aplicar para el postgrado. Tenía varios factores en contra, como una puntuación no competitiva del “Step 1”, muchos años de graduada de la escuela de medicina. Muchos me decían que considerara otras especialidades porque a Cirugía General era muy difícil entrar, así que decidí no dejar nada al azar.”
Contactó aproximadamente unas 30 personas relacionadas con el mundo de la Cirugía en este país (residentes y adjuntos) conocidos y no conocidos, en su mayoría venezolanos, con el fin de presentarse, enviarles su aplicación y su resumen curricular, y así hablaran de ella como candidata en sus programas de estudio. De esta manera, consiguió un número de entrevistas que jamás imaginó tener. Visitó diferentes programas, hasta que entró a un hospital en New York y se dijo: “este es el lugar donde quiero ser entrenada”.
Se aseguró de dar una entrevista bien sólida y expresar su deseo claro de entrenarse allí. ¡Y funcionó! Después de 4 años y medio, el 16 de marzo recibió un email que le hizo sentir muy orgullosa de todo su proceso, pero sobre todo, muy agradecida con Dios, que no la dejó sola ni un segundo.
En julio del año 2020, la doctora venezolana, Rebeca Domínguez, comienza su postgrado como residente categórico en Cirugía General. Comienza a cumplir su sueño.