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(EFE).- Aunque hasta la fecha se han registrado más de 130 millones de casos de SARS-CoV-2 en el mundo, el dengue, un patógeno mundial transmitido por el mosquito Aedes, alcanzó más de 400 millones de casos solo en 2019, por lo que desarrollar una vacuna que proteja por igual contra las cuatro cepas de este virus sigue siendo un gran reto científico.
Hoy un estudio publicado en Nature Comunications informa del descubrimiento de nuevos posibles biomarcadores para predecir las respuestas clínicas e inmunitarias a la infección por dengue, un avance que podría ser fundamental para futuras vacunas.
Como con el SARS-CoV-2, una persona con dengue puede ser asintomática o desarrollar una enfermedad grave que puede ser mortal.
El cambio climático ha ampliado la distribución geográfica de los virus más allá de las zonas tropicales como el sudeste asiático y América Latina, hasta el sur de Estados Unidos y Europa.
Por ahora sólo se ha aprobado una vacuna, Dengvaxia, para un subconjunto de personas de riesgo en zonas endémicas.
El objetivo de este estudio, dirigido por el profesor asociado de Microbiología y Genética Molecular (MMG) de la Universidad de Vermont (UVM), Sean Diehl, era encontrar los biomarcadores y predictores de las respuestas clínicas e inmunológicas de la infección por dengue.
En investigaciones anteriores, Diehl y la presidenta del MMG, la doctora Beth Kirkpatrick, demostraron que la vacuna que se está desarrollando junto con Johns Hopkins y los Institutos Nacionales de Salud activa una respuesta inmunitaria que protege contra el dengue.
Este suero utiliza la técnica del virus atenuado o debilitado, que es la base de las vacunas más eficaces y duraderas contra muchas enfermedades víricas.