“¡Esto no es una vida! ¡Sólo tenemos a Dios!”, dijo Marcelin, un migrante camerunés que llegó a Marruecos hace cinco años y ahora vive en un campamento en Oulad Ziane, en Casablanca, luego de varias tentativas frustradas para llegar a Europa.
El papa Francisco, de visita oficial a Marruecos este fin de semana, mantendrá el sábado un encuentro con migrantes.
Pero las personas que se hacinan en el campamento de Oulad Ziane están cansadas. “Ya no esperamos nada de nadie, pero ojalá tengamos al menos un poco más de seguridad e higiene para los niños”, lamentó Marcelin, de unos 30 años de edad.
El campamento, ilegal pero tolerado por las autoridades, se encuentra próximo a la estación de autobuses de Casablanca, a unos 90 kilómetros al sur de la capital, Rabat.
Es el último campamento informal del país, después del desmantelamiento reciente de campos semejantes en Fez (en el centro del país) y Agadir (en el sur).
Los pilares de madera recubiertos con placas de plástico y mantas sirven como refugios improvisados. En medio de condiciones sanitarias desastrosas, las asociaciones de migrantes instalaron una tubería de agua y organizan la recolección de basura, según explicó un voluntario que pidió no ser identificado.
Venidos de países del África Subsahariana, estos migrantes buscan llegar a Europa o al menos regularizar su situación en Marruecos.
El número de estas personas varía pero “supera los 2.000”, dijo Camara Lassiné, quien se presenta como “presidente de la comunidad maliense” y portavoz de otras comunidades, que incluyen guineanos, cameruneses, malienses, senegaleses, nigerianos y marfileños, entre otras.
La estación de autobuses sirve para emergencias y los migrantes pueden “por lo menos utilizar los baños”, dijo Alpha Camara, un guineano responsable de la “plataforma de las comunidades subsaharianas en Marruecos”, una entidad que hace de puente con las autoridades locales “para hallar soluciones al problema de la vivienda”.
“Hay una estructura muy precaria para los migrantes”, dijo un activista comunitario en Casablanca.
De acuerdo con la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), cinco migrantes murieron en 2018 en los campamentos de la región de Nador (nordeste) a causa de “enfermedades y pésimas condiciones de higiene”.
Varias fuentes coinciden en que el gobierno permite estos campamentos provisionales pero sin desarrollar ningún tipo de infraestructura.
Fuente: AFP