
Fotografía de archivo de la estrella de Selena Quintanilla en el Paseo de la Fama de Hollywood. EFE/Mike Nelson
“Como una joven latina que creció en los años 90, me sentí reflejada en Selena al momento de verla. Cuando se convirtió en la primera artista femenina texana en ganar un Grammy por el mejor álbum mexico-americano, sentí un orgullo inmenso: una chica de esa cultura del sur de Texas, como yo, logró romper barreras, dominando un género mayoritariamente masculino y mostrando el poder de las mujeres.
La música de Selena resonaba por toda nuestra casa en Laredo, y pasaba horas cantando “Como la Flor” y bailando su música con mi abuela, mi mamá, mi hermana y mis primas.
Perderla a la corta edad de 23 años, justo cuando estaba a punto de convertirse en una importante estrella pop, fue una tragedia. Todavía duele pensar en la promesa perdida de un brillante futuro. Aún hoy, a 30 años de su asesinato sin sentido, el legado de Selena perdura como un modelo a seguir para mujeres y niñas en todo el mundo. Que viva La Reina del Tex-Mex y del Tejano; que descanse en paz”.