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Oklahoma City, 22 de junio de 2025.- Ante 18,203 espectadores en el Paycom Center, el Thunder de Oklahoma City venció 103-91 a los Indiana Pacers en el séptimo juego de las Finales y se quedó con el campeonato de la NBA. Fue un desenlace a la altura de una serie tan intensa como cambiante, donde ambos equipos se alternaron el dominio y nunca dejaron de competir.
Indiana, que había llegado hasta esta instancia a base de carácter y remontadas memorables, vendió cara su derrota. Ganaron dos de los primeros tres partidos de la serie y forzaron el séptimo con una gran victoria en el sexto. Pese al favoritismo previo del Thunder, los Pacers pelearon cada encuentro con inteligencia táctica y determinación.
A lo largo de la serie, Tyrese Haliburton —pieza central del juego de Indiana— presentó molestias físicas que fueron mermando su rendimiento. El colmo llegó en el primer cuarto del Juego 7, cuando cayó al suelo tras una jugada sin contacto y no pudo continuar. Su ausencia condicionó profundamente el partido, no solo desde lo estratégico, sino también desde lo anímico. Aun así, la final se mantuvo reñida y los Pacers resistieron con dignidad.
Aún con esa baja, los Pacers resistieron durante buena parte del encuentro. Pero el tercer cuarto marcó el despegue de Oklahoma, que firmó un parcial de 34-20 y empezó a inclinar la balanza. Shai Gilgeous-Alexander volvió a ser determinante: 29 puntos y 12 asistencias, coronando unos playoffs donde fue la figura indiscutible y terminó llevándose el MVP de la final.
Las estadísticas reflejaron el equilibrio del duelo. Indiana lanzó mejor desde el perímetro (39.3% frente a 27.5%) y ganó en rebotes (45 a 40), pero sufrió 23 pérdidas de balón, demasiado ante un rival que solo cometió 8 y supo capitalizar cada error.
El Thunder refrendó su notable desempeño como el mejor conjunto de la temporada regular y se consagra así como el séptimo campeón distinto en los últimos siete años, en una NBA que sigue mostrando paridad y renovación. Más que una coronación aplastante, fue un título ganado con esfuerzo ante un rival que dejó todo hasta el último aliento, incluso sin su principal bastión en cancha.
El arbitraje estuvo a cargo de James Capers, James Williams, Sean Wright y Josh Tiven.