
Cuando el médico familiar Michael Munger, MD, llega a una de sus salas de examinación, no siempre sabe qué esperar. Ve a pacientes de todos los orígenes, todas las edades y todos los géneros. Entró recientemente en la sala de examinación donde encontró a uno de sus pacientes, un adolescente al que llamaremos Mitch, enfurruñado en una silla al lado de su madre. Él conoce a Mitch porque lo ha cuidado desde que era niño pequeño feliz sin preocupación alguna.
Algo sucedió recientemente y el estado de ánimo de Mitch cambió. Sus calificaciones comenzaron a caer, inventó excusas para no ir a la escuela, y ya no estaba interesado en jugar lacrosse. Mitch ya se sentía cohibido por sus zapatos talla 14, y ahora estaba siendo molestado a causa de su acné. De hecho, el acoso se puso tan malo que tenía miedo de reportarlo por temor a represalias.
La historia de Mitch es bastante común. El acoso (bullying) puede ocurrir en cualquier lugar y puede tener diferentes formas como comportamiento no deseado y agresivo que incluye un desequilibrio de poder verdadero o percibido.
Los Centros para el Control de Enfermedades calcula que, en el año pasado, un 20 por ciento de jóvenes han sido víctimas del acoso en la propiedad escolar, y 16 por ciento han sido víctimas del acoso electrónico. El acoso verbal y social es el más común, seguido por el acoso físico y el ciberacoso. El 70 por ciento de los jóvenes informaron que en sus escuelas hay alumnos que son objeto de intimidación.
“La experiencia de ser una víctima del acoso puede tener un efecto duradero y devastador en personas de cualquier edad, pero especialmente en los niños durante los años de formación”, dijo Munger, que tiene una consulta de medicina familiar en Overland Park, Kansas, y es el presidente de la Academia Estadounidense de Médicos Familiares. “Los padres y niños a veces no pueden resolver un problema por sí solos, y está bien pedir ayuda”.
Los médicos familiares pueden ayudar a las familias a identificar y abordar los efectos dañinos del acoso tales como la lesión física, la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño.
Kathleen Eubanks-Meng, DO, una médica familiar en Lee’s Summit, Missouri, ha cuidado a estudiantes de secundaria con síntomas de depresión relacionados con el acoso en línea y en persona. Dijo que el acoso con frecuencia surge de la envidia hacia los crecientes romances de otros, o cuando las chicas menosprecian a otras chicas por su estatura, peso o tipo de cuerpo. Ha visto incluso casos donde los maestros han sido el origen del acoso o las propias víctimas del acoso.
“Ya sea insultar a una persona, difundir rumores o excluir a propósito a alguien, los niños pueden ser muy crueles sin entender el mal que están provocando”, dijo Eubanks-Meng. “Mi trabajo como médica familiar es abogar por mis pacientes. A veces, esto significa reunirse con los administradores escolares, coordinar sesiones de orientación, y desarrollar planes personalizados que incluyen sistemas de apoyo escolar y domiciliario”.
Munger y Eubanks-Meng coinciden en que un enfoque basado en equipos para frenar el acoso puede producir resultados positivos, pero subrayan la necesidad de buscar ayuda temprano y ser consistente. Al actuar de este modo, envía un mensaje al acosador que el comportamiento no es aceptable y no se tolerará.
Para obtener más información sobre cómo prevenir y enfrentar el acoso (bullying), visite familydoctor.org, y un kit de prensa en https://www.aafp.org/media-cen