Los casinos son lugares de sorpresas y no solo por la posibilidad de obtener grandes premios. La diversidad de personas que acuden a estos centros de entretenimiento es muy variopinta y, en muchas ocasiones, se dan anécdotas que parecen sacadas de un chiste o una película. A continuación se incluyen algunas de las incidencias más curiosas (e incluso desagradables) que tuvieron lugar en casinos.
La de la tragamonedas
Una mañana, entradas ya las seis, una señora apostaba su dinero a la suerte en la máquina tragamonedas. Ya había ganado unos miles de dólares y parecía que no pensaba parar de jugar, ni siquiera para ir al baño. No obstante, el tiempo pasaba y necesitaba ir, pero estaba convencida de que si abandonaba la máquina tragamonedas, alguien llegaría para hacerse con su premio. El miedo a perder sus ganancias hizo que, en vez de acudir al baño, hiciera detrás de una de las máquinas lo que llevaba tiempo aguantándose.
Por desgracia para ella, la seguridad y vigilancia en los casinos es constante, así que cuando uno de los asistentes se acercó a ella, se percató de lo que había ocurrido. A la pregunta del operario, la señora contestó que había sido otra persona, pero cuando el personal de seguridad acudió a su habitación para preguntarle sobre el incidente, tuvo que admitir lo que ocurrió. Su pareja pidió inmediatamente el cambio a otra habitación. Parece que sus vacaciones se acabaron en aquel momento.
Todo por el dinero
Se sabe que muchos jugadores tienen mal perder, y el caso de los casinos no es diferente. En un casino en Kenia, uno de los jugadores perdió su cordura cuando vio que, tras apostar todo su dinero a dos tercios de los números en la ruleta, perdió. Tal fue su asombro y enfado que decidió tomar el fajo de billetes antes de que lo hiciera el dealer y salió corriendo. Antes de que lograse abandonar el casino, seguridad lo paró, pero el jugador no se dio por vencido. Se metió el fajo en la boca con la intención de tragárselo (cómo pensaba sacarlo después es otra historia) pero no le quedó más remedio que escupirlo cuando los trabajadores del lugar le obligaron. Por desgracia, dejó el casino con los bolsillos (y la boca) vacíos.
Parece que los casinos no solo son escenarios de situaciones surrealistas para la filmación de películas, la realidad llega a superarlas.