
Foto: EFE/EPA/JEROME FAVRE
Mientras expertos chinos aseguran que la nueva ley de seguridad para Hong Kong es necesaria y nadie debería sancionar a China por ello, entre los hongkoneses abunda el miedo a que la legislación se convierta en un arma de persecución política.
Mientras algunos países occidentales responden airados a la normativa y calculan sus consecuencias, la gran pregunta en la ciudad financiera es si la ley castigará solo a quienes se comportan de forma violenta en las manifestaciones desatadas o si establecerá mecanismos para eliminar cualquier conato de disidencia.
Así, organizaciones del llamado movimiento prodemocrático como Demosisto han decidido disolverse para sortear la ley, que establece penas de hasta cadena perpetua para delitos de “secesión, subversión contra el poder estatal (cargo habitualmente usado contra disidentes y críticos), actividades terroristas y confabulación con fuerzas extranjeras para poner en riesgo la seguridad nacional”.
Muchos activistas hongkoneses que se oponen a Pekín replantean ahora su estrategia. Temen que China pueda usar el texto para perseguirles por sus ideas -en la manifestación del 1 de julio la Policía local detuvo a varias personas por portar banderas independentistas- y de paso impida su participación en las próximas elecciones legislativas previstas para septiembre.
Con información de EFE…