La investigadora Vicky Cann, perteneciente a Corporate Europe Observatory (CEO), un grupo que investiga la actividad de los grupos de presión, en una entrevista para Euronews, se pronunció ante el patrocinio que reciben los Estados miembros que asumen la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea por parte de grandes multinacionales.
Para Cann, este tipo de patrocinio pinta muy mal, porque la clave de esta práctica es que las multinacionales son grupos de presión clave en la Unión Europea, que buscan sanear su reputación.
Los Estados miembros que han aceptado el patrocinio van desde Austria en 2018 (Porsche, Audi, Microsoft y otros), hasta Bulgaria con más de 50 patrocinadores, Malta en 2017 (BMW, AirMalta y Microsoft), Estonia el mismo año (Microsoft, Mercedes, BMW) y Eslovaquia en 2016 (Peugeot, Orange, Microsoft). Asimismo, Rumania, fue patrocinada por Coca-cola, mientras que Finlandia, anunció recientemente un acuerdo con BMW.
Dicho patrocinio también generó descontento por parte de una queja de la ONG Foodwatch contra el Consejo de la Unión Europea.
En febrero, la ONG criticó el patrocinio de Coca-Cola a la presidencia rumana, asegurando que era inaceptable permitir al gigante de los refrescos patrocinar a la presidencia mientras Rumania supervisaba las discusiones sobre las revisiones de la Ley General de Alimentos o las normas de envasado.
“Este tipo de relación entre las principales instituciones de la UE y los intereses de las empresas socava aún más la confianza del público en la política europea y en los responsables de la toma de decisiones”, dijo en su momento Thilo Bode, director ejecutivo de Foodwatch.
El Consejo respondió diciendo que no está en condiciones de abordar o comentar el fondo del asunto ya que la organización de la Presidencia, incluida la búsqueda de patrocinio para elementos de una Presidencia, es, en principio, una cuestión que compete a las autoridades de los Estados miembros afectados y no es una cuestión que entre en el ámbito de la facultad de decisión del Consejo.
Sin embargo, O’Reilly señaló en el contexto de la investigación anterior que la Presidencia forma parte funcionalmente del Consejo y que en base a esto es difícil entender por qué el órgano que representa a los países miembros no estaba en condiciones de abordar o comentar los vericuetos de la cuestión.
Cann rechaza de plano la respuesta de la institución: “Es fácil para el Consejo culpar a los países, pero podría haber habido una conversación sobre esto sin problemas.”