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Msc. Juan Carlos Yanez. – Cuando decidimos incorporarnos en el maravilloso mundo de hablar inglés, aparte de nuestra lengua natal, debemos tener en cuenta que vamos hacia un cambio conductual de vida, no debemos apuntar a un simple concepto de un nuevo aprendizaje, sino a establecer cambios comportamentales de nuestra cotidianidad.
Aprender a hablar el idioma inglés, es un aprendizaje continuo, es un estilo de vida, integrarse al mundo de los lenguajes merece obedecer un espectro de visión amplia, es aceptar cambios en nuestras rutinas habituales y abordar correctamente las funciones ejecutivas cerebrales.
El cerebro es el órgano más interesante del cuerpo humano, tiene su propio idioma mediante percepciones sensoriales y tiene su propia evolución, controla el ritmo cardiaco, la respiración, la digestión, pero lo más fascinante es que controla las funciones ejecutivas, es decir, la planificación, la organización, la revisión, la evaluación de nuestros comportamientos, así como también procesa las funciones cognitivas que están vinculadas al conocimiento.
Para habar inglés primero debemos entender el idioma, estudiarlo, explorarlo, investigarlo. El nuevo conocimiento tiene un papel predominante en los procesos cognitivos, que vienen determinados por la memoria, el pensamiento, lenguaje, atención, percepción y atención. Todos, absolutamente todos estos procesos necesitan el impulso conductual más importante llamado motivación.
La motivación es intrínseca, es decir, viene de nosotros mismos, es nuestra reacción conductual determinada por elementos estimuladores, existen miles de razones estimuladoras para hablar inglés, por ejemplo, es el idioma per cápita más hablado del planeta, te abre puertas en los cinco continentes, contribuye a tu desarrollo personal, profesional, laboral, aumentas tu estatus socio cultural, económico, inclusive ayuda a estabilidad socio emocional y hasta previene enfermedades cerebrales a futuro como el alzheimer.
También existen razones desmotivadoras, para integrarse al nuevo conocimiento, tales como cursos que no se adaptan a tus necesidades, profesores no capacitados, dificultades de pronunciación del idioma, falta de recursos, entre otras. Sin embargo, ninguna de estas razones deben ser válidas para que permanezca una de las respuestas conductuales más eficaz para alcanzar el éxito, llamada perseverancia, la cual es la firmeza, la constancia, la determinación de lograr la conducta terminal, es decir, la meta mediante reforzadores.
Los reforzadores activan la motivación, cuando estamos motivados para aprender, se activan las funciones ejecutivas y cognitivas, nos organizamos, procesamos y actuamos, no existe la excusa, el factor tiempo nunca es obstáculo, el aprendizaje se convierte en práctica, y cuando en nuestros momentos de ocio practiquemos lo aprendido. Allí es cuando estaremos conviviendo con el inglés, será parte de nuestra vida y lo empezaremos a hablar sin temor a la equivocación, con alegría, con las aproximaciones sucesivas hasta hablarlo bien ¡Así que manos a la obra!