Foto: EFE/Juan Carlos Torrejón
Varias familias en Bolivia se encuentran en la búsqueda desesperada de plasma para salvar a enfermos de COVID-19.
El anuncio de la autorización del uso de plasma de quienes superen el coronavirus para salvar a contagiados desató primero ofertas de venta de sangre por miles de dólares, algo ilegal, y ahora un goteo de llamados de los familiares para encontrar un donante como último recurso para sus enfermos.
Muchos esperan el milagro a las puertas de bancos de sangre como el de Santa Cruz, la ciudad de Bolivia más golpeada por la pandemia, mientras otros buscan la solidaridad a cambio de alimentos, invitaciones en restaurantes, descuentos en supermercados y hasta cursos virtuales gratis.
El anuncio a mediados de mayo de que el Ministerio de Salud autorizaba el plasma hiperinmune en los tratamientos para pacientes, aunque de forma experimental y no para todos los contagiados, dio pie a las ventas de sangre, con ofertas de donaciones hasta por 3.000 dólares.
Algo ilegal en el país, por una ley que data de 1996, además de inalcanzable para muchas familias.
Y no sin polémica, pues el embajador de Ciencia y Tecnología de Bolivia, Mohammed Mostajo, advirtió del riesgo de contagio de enfermedades como el VIH, el sífilis o la hepatitis, y el Ministerio de Salud salió rápidamente a desmentirles.
Un donante puede ayudar a entre dos y cuatro enfermos, dependiendo de la dosis, pero cobrar por ello está prohibido en Bolivia y a los primeros casos de ofertas de venta las autoridades advirtieron con denuncias por atentado a la salud pública, penado con hasta diez años de cárcel.
Incluso se planteó en el Parlamento que la donación sea obligatoria por ley para quienes superen la COVID-19, pero de momento quedó en solo una posibilidad.
Por el temor a la prisión o por lo que fuera, los anuncios de ventas dieron paso a recompensas como cenas gratis en restaurantes, cuotas cero en algún club de fútbol y descuentos en aseguradoras e inmobiliarias, entre todo un imaginario de premios no monetarios para los donantes.
La suya solo un ejemplo de las innumerables iniciativas para donar sangre no a cambio de dinero, sino con un fin solidario, en un país en el que los contagiados de coronavirus han pasado del rechazo a ser vistos como potenciales salvadores.
El plasma ya salvó vidas en Bolivia en 1960 con la fiebre hemorrágica de San Joaquín y el país dio el paso ahora con el coronavirus tras hacerlo otros como China, Italia o Estados Unidos durante esta pandemia, que entre los once millones de bolivianos deja por ahora más de 700 fallecidos y de 23.500 contagios.
Con información de Luis Ángel Reglero / EFE…