
Lo que ocurrió en las pasadas elecciones regionales en Venezuela no nos debe sorprender, pero a la vez es motivo de mucha preocupación.
El proceso estuvo totalmente viciado, comenzando por el hecho de que había sido postergado desde diciembre del año pasado pero se realizó "a toda marcha" tras órdenes de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente.
Luego vinieron otras irregularidades: migraciones de electores sin previo aviso hacia otros centros de votación en zonas lejanas y retrasos injustificados del proceso comicial. Se evidenció, además, que un sector importante de la población venezolana se "alegra" de vivir "en paz" con alimentos subsidiados y demás programas sociales del Gobierno.
El fenómeno de la abstención, superior al 40%, afectó mucho a la oposición, ya que a diferencia del electorado chavista (más disciplinado pese a la crisis), los votantes opositores son más heterogéneos en sus razones para votar.
No obstante, estas elecciones desnudan el gran fraude de la Constituyente, que supuestamente fue electa con más de ocho millones de personas en contraste con los 5 millones que el oficialismo sacó en estos comicios regionales.
Analistas coinciden que lo que viene para Venezuela es aún mucho más duro, ya que tanto Gobierno y oposición se radicalizarán. Por fortuna, la comunidad internacional está clara del gran fraude y continuarán las acciones en contra del régimen.
EV HOUSTON
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