
¡Por fin llegó la primavera! Creo que por primera vez en muchos años había deseado tanto que culminase el feroz invierno que azotó a Norteamérica y buena parte de Europa. Aunque la nieve evoca las hermosas festividades navideñas y de año nuevo, sin lugar a dudas nunca extrañaremos esta tormenta “Hércules” que desató su fuerza mitológica y marcó el ritmo de nuestras vidas durante varias semanas.
Ahora nos toca retomar nuestro ritmo de vida en esta primavera. Ya comienzan las actividades sociales, culturales y deportivas al aire libre que tanto caracteriza a Estados Unidos, muy en particular a Houston, como la reciente carrera de 5 kilómetros y Duathlon Infantile de la organización Big Little JC. Por supuesto, la participación de la comunidad hispana es fundamental.
De igual modo, nosotros los latinos emprendedores estamos llamados a recuperarnos de las pérdidas económicas que dejó “Hércules”.
Definitivamente somos grandes protagonistas del desarrollo nacional. Muchos estamos dedicados al sector empresarial, participamos en puestos claves de gigantescas corporaciones, otros son dueños de sus propios negocios familiares y hay quienes ofrecen sus servicios profesionales. En fin, cada quien aporta su grano de arena en la construcción de nuestro destino.
No obstante, este comienzo de la primavera se vio empañado por el incidente en la escuela secundaria Franklin Regional High School en Murraysville, Pensilvania, donde uno de sus estudiantes atacó a 20 de sus compañeros de clases con un cuchillo.
Muchos hermanos latinos toman este hecho aislado como una supuesta demostración de la “violencia desbordada” en Estados Unidos y hacen comparaciones con sus países de origen, pero en realidad tales afirmaciones son desacertadas.
Veamos el caso venezolano y analicemos: ¿cuántos habitantes hay en Estados Unidos? Más de 315 millones de habitantes. ¿Cuántos hay en Venezuela? Apenas 30 millones. Comparemos los homicidios ocurridos aquí con los más de 25 mil asesinatos que hubo en Venezuela solamente el año pasado. Así vemos que casos como los de Pensilvania no se comparan con los crímenes ocurridos en Venezuela, que no han podido ser frenados por los 20 planes de seguridad que el Gobierno venezolano ha implementado en 15 años.
Más allá de que si hubo fallas o no en el sistema de seguridad ciudadana, pienso que hay que ir a la raíz del problema. ¿Cómo se permite que un menor de edad tenga acceso a armas? Muchos de estos casos los atacantes obtuvieron armas de fuego en sus propios hogares ante el descuido de sus padres. ¿Por qué muchos planteles educativos carecen de sistemas para evitar el ingreso de estudiantes armados?
He leído sobre casos similares anteriores cuyos victimarios venían presentando problemas serios de conducta, depresión, eran víctimas de bullying o padecían algún problema mental o emocional que pudo ser detectado con anticipación y corregido. ¿Por qué no fueron atendidos a tiempo?
Con estas reflexiones, les presentamos la edición 97 de El Venezolano de Houston. ¡Muchas gracias por su preferencia!
Jhakees Napolitano
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