
Hay un dicho popular que encierra una profunda lección: “Nadie escarmienta con cabeza ajena”. Pareciera que a muchos les toca vivir las mismas experiencias fallidas de otros a pesar de las advertencias, pero: ¿es necesario lanzarse por un precipicio para saber que es malo? ¿No basta con aprender de los errores de los demás?
Lamentablemente muchos estadounidenses no perciben (o no quieren hacerlo) el gran peligro de dejarse arrastrar por un discurso agresivo, xenofóbico, insultante, prepotente y divisionista.
Analicemos dos ejemplos: Adolf Hitler fue pionero en arrastrar multitudes en torno a su ideología de la supremacía aria, logrando llevar a la humanidad a una nueva guerra mundial cuyas consecuencias políticas aún se aprecian siete décadas después de culminada.
El caso venezolano es muy que elocuente. La actual clase gobernante dividió al país en dos bandos y los etiquetó para enfrentarlos entre sí: los “patriotas” versus “apátridas”, “revolucionarios” contra “escuálidos”, “hijos de Bolívar” versus “lacayos del imperio”, en fin, un discurso basado en la máxima “divide y vencerás”. Hoy la polaridad ha separado hasta familias venezolanas mientras el país vive sumido en pobreza, corrupción, delincuencia y escasez.
Tomando esto en cuenta, muchos analistas advierten el peligro del mismo discurso incendiario en la agenda política actual de Estados Unidos. Lo más lamentable es que ese mensaje agresivo está siendo “comprado” por muchas personas que antes no se atrevían a decirlo a viva voz por ser políticamente incorrecto pero que hoy se sienten identificadas y apoyadas ante una propuesta extremista.
No podemos responder a la violencia con más violencia. El fuego no se apaga con más fuego. Quienes amamos la justicia, particularmente los hispanos e inmigrantes que estamos en el centro del debate político estadounidense, tenemos el deber de abrazar a quien nos adverse, mostrarle que somos iguales, que este país tiene raíces extranjeras, es suficientemente grande para todos y que podemos trabajar juntos por un futuro mejor.
No caigamos en provocaciones de cierto “reality show” político. Nuestro futuro y el porvenir de la humanidad está en nuestra decisión correcta a la hora de hacer efectivo nuestro voto.
EV Houston
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