
Las fuertes lluvias y sus consecuentes inundaciones que afectaron a Houston y sus alrededores dieron paso a la esperada temporada de huracanes. Todos estos fenómenos naturales están vinculados estrechamente al movimiento de las masas de aire y, a su vez, de un fenómeno del que mucho se ha hablado: el calentamiento global.
Ponga a hervir agua en una olla y verá cómo se evapora. Repita el mismo procedimiento pero tape la cacerola y observará cómo aumenta significativamente la temperatura en el interior, además de condensarse el agua en la tapa y cayendo en forma de gotas de agua. Justamente este último experimento se está repitiendo a escala mayor en todo el planeta, precisamente el único que tenemos para vivir.
A pesar de las opiniones contrarias, la gran mayoría de los estudios indican que la Tierra se está recalentando porque el exceso de gases de invernadero (como consecuencia de la quema de combustibles y la expulsión de Dióxido de Carbono a la atmósfera) impide que el calor generado por los rayos del sol se dispersen al exterior. Al aumentar las temperaturas en el planeta, el aire caliente sube rápidamente y el espacio es "rellenado" por fuertes corrientes de aire frío, lo que generan los fuertes vientos y huracanes. A su vez, se condensa más agua en la atmósfera, ocasionando fuertes lluvias como las que azotaron a nuestra ciudad.
En pocas palabras: estas calamidades, incluyendo los huracanes que están por venir, son consecuencias de nuestro uso incorrecto de los recursos naturales. No solamente hay que culpar a las grandes compañías que arrojan inmensos volúmenes de CO2 al aire, sino que muchos de los ciudadanos comunes y corrientes contribuyen emitiendo gases con este componente, talando y quemando árboles, entre otras acciones.
Si continúa esta tendencia, se estima que las temperaturas en el planeta subirán entre uno y seis grados en este siglo, de hecho, con solo aumentar tres grados ya habríamos llegado al "punto de no retorno".
Es necesario que todos los gobiernos del mundo tomen en serio estos llamados de atención que no está dando la naturaleza, en vez de pensar primero en sus intereses económicos. ¿De qué vale preservar los intereses de consorcios privados si la vida de la humanidad está en peligro?
EV Houston
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