
¿Por qué muchos analistas consideran que Estados Unidos posee uno de los peores sistemas de salud del mundo? No se debe a sus avances científicos ni su tecnología de punta, que están entre los mejores del planeta, sino al ineficiente y desequilibrado sistema de acceso que deja por fuera a la gran mayoría y privilegia solo a un puñado de afortunados.
En efecto, el modelo de salud de este país va de la mano del dinero: si usted cuenta con recursos económicos puede gozar de las grandes estructuras hospitalarias, los mejores médicos y el tratamiento oportuno. De hecho, el norteamericano medio gasta 8 mil 745 dólares al año en servicios sanitarios, según cifras de OECD iLibrary.
Carolyn Engelhard, directora del Programa de Sanidad en la Universidad de Virginia, explicó en una entrevista que el sistema de salud en EE.UU. es demasiado costoso por culpa de las fuerzas del mercado, incluyendo las aseguradoras y los hospitales privados, que en vez de lograr que los precios bajen según la oferta-demanda, en realidad la tendencia consensuada es que los servicios médicos sean caros.
La segunda razón, según Engelhard, es que el modelo de salud estadounidense es más “intenso”, ya que obliga a los pacientes a realizarse una infinita cantidad de exámenes y procedimientos que serían absurdos en otros países desarrollados, lo cual incrementa innecesariamente la factura médica.
Ante este panorama, el presidente Barack Obama implementó el Acta de Cuidado Asequible (ACA, conocido mediáticamente como “Obamacare”). Aunque en esencia obliga a todos los ciudadanos a adquirir un contrato médico de salud y el sector privado debe aumentar su aporte a la salud del pueblo, este sistema posee grandes detractores quienes alegan que constituye una carga injusta para quienes sí pagan impuestos y contribuyen al desarrollo económico del país.
Este año habrá elecciones presidenciales y ya se evidencian dos visiones de salud: una busca reforzar el “Obamacare” y la otra pretende eliminarlo. En sus manos está la decisión sobre cuál modelo sería el mejor para nuestro país, pero recuerde: con la salud no se juega.
EV HOUSTON
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