
Es difícil concebir que los habitantes de una nación rica en recursos económicos y reservas naturales protesten y saqueen porque tienen hambre, pero lamentablemente es lo que hoy ocurre a diario en Venezuela.
Varios estudios han señalado que un 75 por ciento de los venezolanos han perdido, en promedio, casi 9 kilos de peso por la escasez de alimentos y un tercio de la población venezolana —unos 10 millones de personas— no ingieren más de dos comidas al día.
Sin ánimos de justificar el delito, pero en medio de este panorama desesperante, no es de asombrarse que en Venezuela hayan saqueos por doquier.
Por si no fuera poco, la hiperinflación ha ocasionado que el bolívar, la moneda de circulación venezolana, prácticamente no valga nada y para comprar lo que sea hace falta desembolsar grandes cantidades de billetes que el Banco Central de Venezuela no es capaz de mantener en circulación. Esto ha ocasionado una escasez de dinero en efectivo, y quienes lo poseen lo revenden al doble de su precio.
La crisis económica en la patria de Simón Bolívar hace insostenible la sobrevivencia. Para el economista francés Jean Tirole, premio Nobel de Economía, el culpable es el populismo del Gobierno venezolano.
Los venezolanos han caído en total desesperanza y ahora las calles se están calentando de protestas a diario por comida, medicinas, dinero en efectivo… ¡por lo que sea! Los saqueos están a la orden del día, por lo que muchos comerciantes y empresarios prefieren poner punto y final a sus negocios y emprender desde cero en otras tierras.
Es urgente una intervención internacional humanitaria en Venezuela, una nación que históricamente ha sido generosa con todos los pueblos pero que hoy es incapaz de liberarse de sus malos gobernantes. El mundo debe reaccionar y actuar antes que Venezuela se pierda para siempre.
EV Houston
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