El panorama político en Estados Unidos, de cara a las elecciones presidenciales 2016, apenas está empezando a tomar nuevos matices.
Muchos siguen dando a Hillary Clinton como la candidata casi de consenso dentro del partido Demócrata, mientras que en el partido Republicano todavía faltan por definirse algunas piezas del rompecabezas.
Recientemente el senador Ted Cruz anunció formalmente sus aspiraciones para alzarse con la candidatura del GOP, no obstante, aún faltan otros líderes de esta tolda cuyos nombres han sido asomados por la prensa, como Jeb Bush y Marco Rubio.
En medio de este escenario político, el presidente Barack Obama expuso su opinión sobre el voto obligatorio: “Sería transformador si todo el mundo votara, eso contrarrestaría (la influencia de) dinero más que ninguna otra cosa”, dijo durante una visita en Cleveland a mediados de marzo.
Aunque no se trata de una propuesta formal ni un proyecto de ley, varios analistas coincidieron que el voto obligatorio favorecería principalmente al partido Demócrata, ya que precisamente sus potenciales votantes: jóvenes, minorías y mujeres, tienden a la abstención electoral. Como era de esperarse, representantes del partido Republicano expresaron su rechazo y justificaron que los ciudadanos ejerzan el derecho a votar libremente.
Más allá del debate sobre si el voto debería ser obligatorio o quiénes se postulan a la Casa Blanca, es necesaria una profunda reflexión sobre nuestro papel como transformadores de la sociedad. Estados Unidos es uno de los pocos países del mundo que goza una estructura democrática sólida con instituciones independientes entre sí y comprometidas con la nación, por lo que los ciudadanos debemos valorar el poder que tenemos a la hora de elegir a nuestros mandatarios y legisladores.
Incluso, por encima de nuestras tendencias políticas, debemos evaluar con honestidad el desempeño de nuestros representantes en las altas esferas del poder y, muy importante, la visión política de sus respectivas organizaciones ya que de ellas dependen, en gran medida, la filosofía de sus gestiones.
Además, muchos proyectos locales, como construcción de carreteras y aprobación de leyes, pasan por consulta popular. Son muy contadas las naciones del mundo donde se ejerce tan abiertamente la democracia como en Estados Unidos.
Particularmente los hispanos residentes tenemos una gran deuda con esta nación que confió en nosotros. Además, Estados Unidos siempre ha estado comprometido con la causa democrática y los Derechos Humanos en muchos de nuestros países de origen, entre ellos Colombia y Venezuela.
Votar es un hermoso derecho que debemos atesorar y ejercer con sabiduría.
EV Houston
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