
Entramos en el último mes del año con una noticia que a nadie le puede ser indiferente: la acción ejecutiva del presidente Barack Obama que protege de la deportación a unos cinco millones de inmigrantes. Aunque la medida no representa una solución definitiva, al menos servirá para aliviar la angustia de estas personas mientras terminan de ponerse a derecho.
Quienes respaldan esta medida recuerdan que Estados Unidos es un país cimentado en mano de obra extranjera. Al estudiar la historia se aprecia cómo los inmigrantes dieron el rostro a esta gran nación.
Los hispanos son una de las principales fuerzas motoras de este país. Estudios concuerdan que, en el hipotético caso fantasioso de que todos los latinoamericanos salieran repentinamente de Estados Unidos, la economía sufriría graves consecuencias ante la pérdida del capital humano y financiero. Además, la salida de todos los inmigrantes supondría un grave problema emocional sin precedente, considerando los fuertes valores familiares que tanto caracterizan a los latinos.
No obstante, hay quienes consideran que esta acción ejecutiva no tiene el alcance que muchos imaginaron, ya que aún quedan millones de inmigrantes más sin la certeza de poder resolver su estatus. Y por supuesto, están los que rechazan de plano cualquier tipo de medida que beneficie a los inmigrantes, alegando que restan oportunidades de empleo para los nacidos en este país, además de que supuestamente generarían fuertes gastos fiscales en materia de seguridad, educación, salud, etcétera.
Hay que recordar, no obstante, que la medida presidencial fue tomada de forma unilateral ante las extendidas discusiones sobre el tema en el seno del Congreso. Pero sin ánimos de caer en ilusiones, muchos sospechan que se trata de una desesperada medida populista para ganar votos para las próximas elecciones presidenciales luego de la amarga derrota de los demócratas en los pasados comicios legislativos.
Lo cierto de todo esto es que los inmigrantes están aquí y todos los años siguen llegando muchos más, por lo que hay que atenderlos. Al menos la llegada de tantas personas revelan dos caras de una misma moneda: la dura crisis política, económica y social de sus países de origen que contrasta con la relativa bonanza de Estados Unidos.
Quienes han echado profundas raíces en esta nación, reconocen que sus primeros días fueron duros pero que el sacrificio valió la pena. Hoy son prósperos, con una buena calidad de vida.
La situación actual en Venezuela es más que evidente: pasó de ser un país importador de extranjeros a una nación que se está quedando vacía. Todos los días cientos de jóvenes y profesionales acuden a las oficinas gubernamentales a realizar los respectivos trámites administrativos para irse del país. Eso es muy triste, considerando el gran potencial económico que tiene la Patria de Bolívar pero que lamentablemente los gobernantes no supieron aprovechar la época de las “siete vacas gordas” que ya se acabó.
Atender a los inmigrantes que llegan a Estados Unidos es un asunto de dignidad humana y, a su vez, de honor… sí, de honor, ya que cada vez que un extranjero pone un pie en este país con una maleta cargada de ilusiones significa que este grandioso país sigue siendo referencia mundial. Nunca lo olvidemos.
EV Houston
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