
El mundo vive una crisis de violencia terrible que destruye al ser humano en todos los planos de nuestra existencia, porque de una u otra manera la hemos vivido, en lo físico, psicológico, sexual, laboral, y en otras tantas derivaciones que tiene la misma.
En Latinoamérica, más concretamente en Nicaragua y Venezuela, la violencia “patrocinada por el Estado”ahora se suma a la larga lista de miserias quesus gobiernos han impuesto sobre sus pueblos.En Venezuela durante los últimos años estuvo asociada al notable deterioro en la calidad de vida del venezolano y a la disolución sistemática del Estado de Derecho. Nicaragua va por el mismo camino.
La reducción de la violencia en nuestros países depende de enfoques diferentes, que incluyen el “aumentar los esfuerzos de prevención basados en una comprensión más clara de sus causas y de aquellas políticas que han demostrado su eficacia para combatir este problema”, como lo señala el Banco Mundial, pero ya sabemos que nuestros gobernantes en nada contribuirán.
Nos queda entonces como ciudadanos, como seres humanos racionales, seguir trabajando incesantemente por rescatar a nuestra gente del gran abismo de violencia en el que estamos sumergidos, es momento de accionar unidos en pro de nuestros derechos humanos, para aminorar en lo que podamos la gran tragedia que viven nuestros pueblos, pero eso pasa por el reconocimiento de nosotros como hermanos de una misma geografía, he allí lo más importante.
Dios guarde a nuestros pueblos de Nicaragua y Venezuela.