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Diane Wilson en 2019 ganó un caso histórico contra una de las empresas petroquímicas más grandes del mundo por el vertido ilegal de desechos plásticos tóxicos en la costa del Golfo de Texas, tras emprender un largo proceso de investigación para documentar el daño causado a las vías fluviales que su vez impactó la vida marítima y silvestre de la zona.
Cuatro años después, Wilson, quien es directora y fundadora de Calhoun County Resource Watch y directora ejecutiva de San Antonio Bay Estuarine Waterkeeper, recibió el prestigioso premio Goldman que reconoce a las personas por esfuerzos sostenidos y significativos para proteger y mejorar el medioambiente y a menudo con un gran riesgo personal.
Wilson se dedicaba a la pesca y era camaronera en Texas cuando se enteró que el Calhoun era uno de los condados que más contaminaba en Estados Unidos. Entonces, en 1989 decidió tomar acción y prácticamente aprendió sola que tan serios son los desechos plásticos tóxicos lanzados a las vías fluviales y cómo convertirse en una activista ambiental poderosa y efectiva para buscar soluciones.
“Cuando comencé no tenía experiencia, ni apoyo, ni dinero y las personas mayoritariamente me decían que estaba loca”, recordó la activista en su discurso durante la ceremonia de entrega del Goldman Environmental Prize el pasado lunes 24 de abril.
Así se enfrentó a Formosa Plastics, una de las empresas petroquímicas más grandes del mundo.
“Formosa Plastics es un contaminador internacional conocido por las represalias contra activistas y trabajadores que denuncian. No sabías nada sobre lo que estaban haciendo, lo que estaban emitiendo y luego todos los delfines estaban muriendo. Eso fue atemorizante”, relató un video sobre su trayectoria divulgado en la ceremonia antes de su discurso.
Durante sus palabras afirmó que recibió amenazas, intentos de sobornos y cuando nada de eso la hizo desistir, un helicóptero aterrizó en su jardín delantero, dispararon y mataron a su perro.
“Pero yo persistí (…) y cómo sin tener expertos, abogados, aliados ni dinero. Utilicé mi cuerpo, hice desobediencia civil sin saber qué era eso y huelgas de hambre sin tener idea de lo que era”, dijo.
Tras recabar pruebas emprendió una batalla legal contra Formosa Plastics. Un juez falló en contra de la compañía y se logró un acuerdo de $50 millones, además de que la corporación se vio obligada a reparar los daños ambientales en la zona.
Los fondos, dijo Wilson, educarán al público, revivirán las pesquerías y ayudarán a nivel nacional a establecer un estándar para sentar un precedente.
“La era del plástico debe terminar”, dijo la ambientalista que fue una de seis personas
premiadas en 2023.
Wilson enfatizó que “tus acciones cuentan, todas las acciones cuentan”.
Los organizadores del Goldman Environmental Prize destacaron que Wilson está profundamente comprometida con la ejecución continua de su “revolucionaria victoria legal”.
“Ella continúa dirigiendo patrullas nurdle cada semana para garantizar que se midan las descargas de desechos. Un observador señaló que, ‘si no está en su kayak, está caminando en el agua hasta las rodillas a lo largo de la cerca de la fábrica”. Las “patrullas nurdle” son grupos de voluntarios que se dedican a patrullar y limpiar playas, costas y ríos en busca de “nurdles”. Los nurdles son pequeñas piezas de plástico preformadas, que son utilizadas como materia prima en la fabricación de productos plásticos. Estos pellets de plástico son fácilmente transportables y se pueden dispersar fácilmente en el medio ambiente, causando contaminación en los océanos y daño a la vida marina.
El monitoreo continuo de Lavaca Bay y Cox Creek ha generado $8.4 millones adicionales en multas impuestas contra Formosa hasta la fecha, todas las cuales se destinan al fideicomiso de liquidación.
Aún cuando las autoridades reforzaron los requisitos de descarga para las empresas que fabrican y manipulan “nurdles” de plástico en 2021, Wilson” ha seguido presionando para que se cumplan más y se establezcan reglas de “descarga cero” tanto a nivel estatal como nacional para todas las instalaciones de plástico”.
Para algunos expertos, la victoria legal de Wilson muestra cómo los activistas ambientales pueden alcanzar poder y utilizarlo para estar en la primera línea de batalla para defender el medioambiente.
Amy Johnson, abogada principal en el caso de Formosa dijo a Sierra Club que la clave del éxito de Wilson como activista es su determinación.
“Ella no se rinde ni se da por vencida. Cuando sus abogados querían pruebas de que Formosa vertía gránulos de plástico en Cox Creek, puso su kayak en su viejo camión y navegó por el arroyo, una y otra vez, tomando cientos de muestras y fotografías de gránulos por todo el arroyo. Diane se sacrifica y persiste”.