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La “subvariante” de Ómicron BA.2.1.2.1, conocida como “Ómicron sigilosa”, fue la responsable del 58% de los casos de COVID-19 en el país la semana pasada.
Según detalló el doctor Wesley Long, patólogo en el hospital Houston Methodist, en Texas, un rasgo genético conocido como una “mutación Delta” parece permitirle al virus eludir la inmunidad preexistente por vacunación y por infecciones previas, en particular si uno se contagió durante la oleada de Ómicron.
Los científicos aseguran que a estas alturas aún no se tiene certeza de si la nueva mutación que avanza en Estados Unidos provocará un aumento significativo de casos, hospitalizaciones y muertes.
El cambio genético también se encuentra presente en otros miembros de la familia Ómicron, conocidas como BA.4 y BA.5, que dominan en conjunto las infecciones en Sudáfrica. Ellas tienen exactamente la misma mutación que Delta, mientras que la BA.2.1.2.1 tiene una que es prácticamente idéntica.
Aún intentan determinar qué tan virulentas son estas nuevas versiones. Long dijo que no ha visto algo que le responda esa pregunta, pero el doctor Shan-Lu Liu señaló que hay nuevos datos que apuntan hacia una enfermedad más grave.
¿La buena noticia? Las dosis de refuerzo pueden ofrecer una sólida protección contra las nuevas mutaciones.