El papa Francisco abrió hoy la Puerta Santa de la basílica romana de Santa María la Mayor, en el marco de los actos del Jubileo extraordinario de la misericordia, y en su homilía posterior consideró que “la Iglesia debe extender el perdón a cuantos lo piden”.
Francisco abordó la cuestión del perdón, una palabra a su juicio “poco comprendida por la mentalidad mundana” pero que, al mismo tiempo, “indica el fruto propio y original de la fe cristiana”.
“El que no sabe perdonar no ha conocido todavía la plenitud del amor. Y solo quien ama de verdad es capaz de llegar a perdonar, olvidando la ofensa recibida”, subrayó.
Dijo que María, tras la crucifixión de su hijo, Jesús de Nazaret, se convirtió para los cristianos en “icono de cómo la Iglesia debe extender el perdón a cuantos lo piden”.
Francisco aseguró que “la fuerza del perdón es el auténtico antídoto contra la tristeza provocada por el rencor y por la venganza”.
“El perdón nos abre a la alegría y a la serenidad porque libera el alma de los pensamientos de muerte, mientras el rencor y la venganza perturban la mente y desgarran el corazón quitándole el reposo y la paz”, catequizó.
Francisco acudió a este templo, una de las cuatro basílicas papales de Roma, para abrir su Puerta Santa, que los peregrinos podrán cruzar durante el periodo jubilar, hasta el próximo 20 de noviembre, para recibir la indulgencia de sus pecados.
Francisco oró en el atrio, ante la puerta, para posteriormente, a las 17.05 locales (16.05 GMT), empujarla con sus propias manos y abrirla.
Lo hizo tras pronunciar la fórmula “Ábreme una vez más la Puerta de tu misericordia, abridme las puertas de la justicia”.
Acto seguido permaneció en oración durante unos instantes, de pie en el umbral de la puerta, para después dirigirse al altar mayor de la basílica, donde ofició la misa.
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