Toda mujer que le haya tocado afrontar un embarazo sola y explicar mil veces por qué su hijo lleva sus dos apellidos, sabe que ser madre soltera no es fácil. A los retos comunes de la maternidad, se suman las diversas cargas económicas, laborales y sociales, que suelen ser más llevaderas en pareja.
Cuando nos volvemos madres solteras no por decisión propia (inseminación artificial o cualquier otro procedimiento asistido de fecundación) sino producto del abandono de la pareja, surge una especie de duelo interno, que para muchas mujeres es difícil de afrontar y asumir, aún después de tener al bebé.
Este estado de dolor conduce a un camino donde la maternidad se percibe como un obstáculo para superarse como mujer y profesional, donde los hijos no son un regalo, sino una carga y ser madre soltera se convierte en vergüenza.
Cambiar este sentimiento no es fácil, pero tampoco imposible. La clave está en convertirnos en mujeres y madres resilientes. Es decir, sobreponernos al dolor emocional y fortalecernos con la vida que hemos elegido vivir, para de esta manera aprovechar los aprendizajes, experiencias y oportunidades, que de esta vivencia se desprenden.
Es válido llorar, quejarse, desgarrarse del dolor, somos seres humanos, pero también quiero que sepan que es obligatorio levantarse y renacer.
No digo que vaya a ser fácil, para mí no lo fue, pero sí quiero que sepas que desde la dificultad de criar sola a un hijo, desde el peso de esa responsabilidad, desde el dolor del abandono, podemos y debemos, sacar lo mejor de nosotras mismas.
Sólo así vamos a encontrar, no la fuerza, sino la fortaleza para ser lo que somos: madres solteras, que no es lo mismo que madres solas. A partir de aquí, vamos a tener la fortaleza para amar desde el perdón, comenzando por perdonarnos a nosotras misma.
La fortaleza para soltar el peso del qué dirán y dar un paso a la vez, hacia lo que queremos como mujeres, madres y sobre todo, lo que queremos para nuestros hijos, porque sólo siendo felices y aceptando que esto que nos toca vivir es un regalo de la vida, lograremos que nuestros hijos también sean felices, pues recordemos, que ellos son nuestro reflejo.
Ser madre soltera no significa que los sueños se acabaron. Por el contrario, esta experiencia viene a enseñarnos, que en la vida, todo es posible, si así lo creemos.
Vive, ama, sueña. Tus hijos son el mejor motivo, para ser cada día mejor; ellos son tu motor de impulso y tu mayor inspiración, para ser la mejor versión de ti misma. ¡Sonríe, eres mamá!
Sibyl Perret Gentil – Tomado de Inspirulina.com / foto: referencial