Un nuevo brote de sarampión se extiende rápidamente por Estados Unidos, desatando alarma entre la población ya que esta enfermedad estaba muy controlada en este país.
Según una reseña de la agencia EFE, en 2014 se reportaron 644 casos confirmados de sarampión al Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias (NCIRD), lo que representa la mayor cantidad de casos registrados desde 2000, cuando se empezó a documentar en Estados Unidos.
El avance de esta enfermedad se ha acelerado, en buena parte, a la resistencia de muchos padres a vacunar a sus hijos. Algunos creen que las vacunas son contraproducentes, y en vista de que en Norteamérica no se registraban tantos casos de sarampión como el reciente, una buena cantidad de padres consideró que no era necesaria la inmunización.
Esta enfermedad tuvo su foco inicial en el parque de Disneyland en Anaheim (California) entre el 15 y 20 de diciembre del año pasado, al parecer por la presencia de un turista extranjero infectado con el virus. Menos de un mes después ya se registraban 102 casos de sarampión, el 92% de ellos vinculados directamente con el parque de diversiones y hasta la fecha se contabilizan casos en 14 estados del país, entre ellos Texas.
Todo esto debe levantar las alarmas tanto en las autoridades sanitarias como en los propios padres. Hasta hace poco Estados Unidos se enorgullecía de ser un país “libre de sarampión”, pero solo basta con una persona afectada en un lugar abarrotado de gente para destapar la “caja de pandora”.
De hecho, los síntomas generalmente comienzan de 8 a 12 días después de la exposición al virus, por lo tanto, una persona enferma con sarampión puede contagiar a otros sin saberlo.
Kathrym España, médico pediatra de Houston, explica que el sarampión es una enfermedad sumamente contagiosa. “El virus puede sobrevivir hasta dos horas en el aire, es decir, que alguien con sarampión puede estornudar en cualquier sitio y toda persona que pase por ese lugar en las siguientes dos horas puede contagiarse, a menos que esté inmunizado”, dijo.
Por esta razón, Kathrym España exhorta a los padres a vacunar a sus hijos siguiendo la prescripción de su médico pediatra. “Es cierto que la vacuna no es cien por ciento efectiva pero los beneficios son mucho mayores que exponerse a enfermedades por no estar debidamente inmunizado. Incluso, luego de la primera vacuna se recomienda realizar una segunda dosis de refuerzo a los cuatro años de edad o antes”.
La médico desestimó la opinión popular de que las vacunas son peligrosas. “Los avances científicos son elocuentes, por lo que podemos confiar plenamente en las vacunas”, reiteró.
Chikungunya en EE.UU.
Situación similar se experimenta con otra enfermedad propia de países tropicales: la chikungunya también arribó a Estados Unidos, principalmente por la llegada de viajeros que estuvieron en América Latina y el Caribe.
Esta enfermedad produce elevadas fiebres, erupciones, dolores en las articulaciones y debilitamiento del hígado. Se transmite a través de picaduras de mosquitos, muy similar al dengue.
Sólo en Estados Unidos, más de 2 mil 300 viajeros desde el pasado mayo regresaron al país con el virus. Una docena de personas lo ha contraído por picaduras de mosquito en Florida. Los mosquitos que transmiten el virus viven en toda la costa oeste, este y el sur de Estados Unidos (incluyendo Texas). Los mosquitos locales que pican a un viajero infectado con el virus pueden transmitirlo al picar a otros.
Está totalmente contraindicado el consumo de aspirinas, diclofenac o antiinflamatorios para atenuar los dolores ocasionados por esta enfermedad. Aunque muchas autoridades sanitarias recomiendan el consumo de acetaminofén para el tratamiento de los dolores asociados, se exhorta a los pacientes a acudir a un médico antes de tomar cualquier medicina.
Abraham Puche / EV Houston / Foto: Referencial