Venezuela aspira a repetir el Goya del año pasado con “La distancia más larga”, la ópera prima de Claudia Pinto Emperador, “una historia de personajes muy atormentados, que consiguen respirar y, de alguna manera, tomar las riendas de su vida”, explica la directora en una entrevista con Efe.
Una película “muy venezolana” pero en la que también se refleja de alguna manera la experiencia personal de la directora, que vive desde hace dos años en España. “Hace un recorrido vital por el que yo también he pasado, de ir y volver por los dos países, los contrastes, las formas distintas de asumir la vida”.
“Yo fui a ese lugar -la Gran Sabana- en un momento de mi vida muy delicado, había perdido a mi madre, y me dije: ‘algún día tengo que hacer una película de esta sensación, esa cosa de desamparo’, unida a la energía que te regala un lugar tan especial, que es una especie de amuleto contra el miedo”.
Luego se trasladó a España, donde vive desde hace dos años, aunque “viajando constantemente a Venezuela” y sintiendo la ausencia y la distancia de su país.
Recorrido inverso al de Carme Elías, que interpreta a Martina, una mujer que regresa enferma a Venezuela para reencontrarse con el escenario de su juventud y conocer inesperadamente a su nieto, que le ayudará en la última etapa de su vida.
“Me pasó el guión y ¡carajo!, me dije, hay muchas preguntas que hacer, hay muchos caminos por donde cogerlo, pero ahí hay un personaje”, explica expresiva la actriz catalana, muy satisfecha de la que considera una “experiencia bastante única”.
Por todo lo que ha significado el estar allí, en la Gran Sabana venezolana, el sexto parque natural más grande del mundo, un lugar tan hermoso como aislado, en el que la vida parece discurrir a otro ritmo y en otra dimensión, algo que refleja muy bien la película, en la que se ha cuidado con esmero la imagen y la importancia del paisaje en la historia.
“Esa interrelación permanente que tiene Martina con el paisaje, que le va afectando y lo que le va sucediendo” fue lo que más le gustó a la actriz, que también destaca la unión de todo el equipo ante las continuas inclemencias del tiempo y las dificultades de acceso de la zona.
“Teníamos un equipo que funcionaba de maravilla. La gente ha arriesgado la vida por esta película. Se inventaban lo que fuera para conseguir lo que quería el director (…) y si había que colgarse de un helicóptero con una cámara y una estructura precaria porque no había medios suficientes, se hacía”, recordaba Elías.
Fue, asegura, “una lección permanente de amor por el oficio”.
Algo que también destacó la directora, que relató que “en vez de ver el problema, la gente entendió de qué iba esta película desde muy pronto”. “Sentíamos que estábamos haciendo algo que valía la pena, eso motivaba mucho” y es lo que ayudó a encontrar las formas necesarias para rodar la Sabana desde lo alto o hacer que se movieran las hojas de los árboles cuando no había viento.
Esfuerzos para contar una historia que para Elías fue una oportunidad para revisitar lugares de sí misma a través de una historia que trata de forma muy sutil el derecho a una muerte digna.
“Yo estoy por la libertad en todos los aspectos de la vida y la sociedad y la libertad de elegir cómo morir es una de las principales, igual que deberíamos ser capaces de decidir cómo queremos vivir”, asegura la actriz.
Una historia muy íntima que ha sido la tercera más taquillera del año pasado en Venezuela, donde ha contado con un gran apoyo de los espectadores, que han conseguido que estuviera en cartelera desde agosto hasta diciembre.
Y como colofón una nominación al Goya del cine español, en el apartado de mejor película iberoamericana, un premio que el año pasado se llevó su compatriota Miguel Ferrari por “Azul y no tan rosa” y que tratará de llevarse en la gala de la 29 edición de estos premios, que se celebrará el próximo día 7.
Ser la nominada por Venezuela en los Goya es “una gran alegría y una gran responsabilidad” porque en este caso “hay una elección, tu país te elige para que sea la película que representa a la cinematografía de ese año”.
“Más allá de ganar o de no ganar, es una cuestión de estar, de tener nuestro sitio”, asegura la realizadora, que considera “un lujo” competir con películas tan buenas como las otras nominadas al Goya: “Kaplan”, de Álvaro Bechner (Uruguay); “Relatos salvajes”, de Damián Szifrón (Argentina), y “Conducta”, de Ernesto Daranas (Cuba).
“No los sientes como competidores. Mientras mejores competidores tienes, más te ponen en situación de sentirse orgulloso de tu propio trabajo”, asegura con una enorme sonrisa.
EFE / foto: EFE