El oncólogo Gabriel Romero realiza cientos de mastectomías al año para salvar vidas, pero ya no disfruta de su trabajo. Porque cree que muchas de estas operaciones son evitables. El problema es que la crisis económica que está afectando Venezuela no le deja otra opción.
A las mujeres más pobres únicamente les queda someterse a tratamientos obsoletos porque en la república bolivariana no hay recursos para asegurar el adecuado funcionamiento de las máquinas de radiación en los hospitales públicos, donde los pacientes reciben tratamiento gratuito.
“Yo no me siento cómodo porque estoy tomando decisiones que van en contra de mi criterio profesional”, dice Romero después de atender a unos pacientes en el mugriento sótano del Centro de Oncología Dr. Luis Razetti, a los pies de un barrio pobre de Caracas.
El único acelerador lineal del hospital, el más moderno de los dos tipos de dispositivos de radioterapia utilizadas en Venezuela, está roto desde noviembre. “Estamos practicando la medicina de la década de 1940 y sabemos que no es lo correcto”, añade.
Los desafíos que enfrentan los médicos son sólo un reflejo de una economía maltratada por una escasez generalizada. La reciente caída en los precios mundiales del petróleo, que representa el 95% de las exportaciones de Venezuela, está creando una escasez que hace difícil comprar bienes importados, como repuestos para las máquinas médicas. Una inflación del 68 % y la crisis monetaria del país tampoco ayudan.
Las mastectomías fueron en el pasado la salida más común para las mujeres con cáncer de mama, pero los médicos prefieren ahora el tratamiento de radiación combinado con cirugías menos invasivas que dejan parte del pecho intacto. Alrededor de un tercio de los pacientes con cáncer de mama en los EEUU se someten a algún tipo de mastectomía, según el Colegio Americano de Cirujanos.
Pero en Venezuela, los médicos están recurriendo cada vez más a una forma extrema de mastectomía que no elimina sólo la mama, sino también los ganglios linfáticos y el músculo de la pared torácica subyacente. Más de la mitad de la docena de máquinas de radioterapia en los hospitales públicos están rotas, según la federación médica del país.
El gobierno, que controla el acceso a la moneda extranjera, no está proporcionando a las empresas de reparación el dinero para importar las piezas necesarias. “No te sientes bien”, dice Gerardo Hernández, ex presidente de la Sociedad de Cáncer de Venezuela. “Pero para los tumores de mama, sin la opción de la radiación, sería irresponsable no hacer una mastectomía”, apunta.
No son sólo los oncólogos
Otros especialistas también aseguran que la escasez de Venezuela está obligando a recuperar prácticas antiguas de la medicina, incluyendo la realización de cirugías de bypass coronario para pacientes cardiacos en lugar de utilizar stents cardíacos para abrir las arterias obstruidas.
Los partidarios del gobierno culpan a las empresas de suministros médicos de la escasez, y los acusan de acaparar materiales. Los detractores dicen que la situación es parte de la caída general de la economía.
Ana Mercedes, quien se sometió a una mastectomía radical en el hospital Luis Razetti, dice que seis meses más tarde todavía no puede confiar en sus brazos hinchados para agarrar ni un vaso de agua.
Mercedes vive a tres horas en coche de la capital venezolana y llegó a Caracas para recibir tratamiento. Sus médicos le dijeron que no podía salvar el pecho y le recomendaron una mastectomía y radioterapia. Pero la máquina para su tratamiento falló a mitad del tratamiento.
Venezuela ha experimentado uno de los aumentos más pronunciados en la mortalidad por cáncer de mama en América Latina, según un informe de la Organización Panamericana de la Salud.
Reportaje cortesía de Infobae
EV Houston / Foto: Referencial