El paso adelante del exgobernador de Florida Jeb Bush al anunciar su interés por la Casa Blanca en 2016 ha precipitado los movimientos de otros potenciales candidatos republicanos, mientras el partido comienza a diseñar unas primarias que se anuncian entre las más disputadas de su historia.
Impacientes por recuperar la Casa Blanca tras dos mandatos en la oposición y aún con la resaca del éxito de las legislativas, los conservadores han puesto en marcha la maquinaria para elegir a un candidato que pueda vencer a Hillary Clinton, considerada la apuesta “inevitable” del Partido Demócrata.
Los conservadores, decididos a ganar toda la ventaja posible, anunciaron ya esta semana las fechas de los nueve debates oficiales (la mitad que en 2012) y de la Convención que coronará al candidato, que se celebrará antes que en otros ciclos electorales, entre el 18 y el 21 de julio de 2016 en Cleveland (Ohio).
De la reunión de invierno del Comité Nacional Republicano (RNC) en San Diego también salió otro anuncio clave: el exgobernador de Massachusetts Mitt Romney considera “seriamente” volver a competir por la Presidencia en 2016 tras los intentos fallidos de 2008 y 2012.
Romney irrumpió hace una semana en la carrera de primarias abierta oficiosamente por Jeb Bush en diciembre al declarar su interés en la Casa Blanca después de haber negado en rotundo esa posibilidad hace tan sólo un año.
Su posible vuelta ha tenido una fría acogida entre los conservadores, para quien Romney todavía es el protagonista de la dolorosa derrota de 2012 frente al actual presidente, Barack Obama.
“Romney el reciclado”, titulaba el conservador The Wall Street Journal esta semana en un editorial que, como muchas voces más o menos públicas en el partido, sostenía que el exgobernador ya agotó todas sus oportunidades.
Los estrategas conservadores barajan la apuesta por una cara nueva que les permita tener la baza de la sorpresa frente a una candidata con gran bagaje político como Clinton, pero lo cierto es que en la lista de aspirantes Romney no es el único excandidato que quiere intentarlo de nuevo.
El exgobernador de Arkansas Mike Huckabee, candidato a la nominación republicana en las presidenciales de 2008, sopesa volver a competir, mientras que el exsenador por Pensilvania Rick Santorum, que obtuvo buenos resultados en las primarias de 2012, ya ha anunciado que se presentará.
Además, otro “Paul” estudia competir por la Casa Blanca: Rand Paul, senador por Kentucky e hijo del ex congresista por Texas Ron Paul, considera seguir los pasos de su padre, candidato a la Presidencia en 1988 por el Partido Libertario y aspirante frustrado en las primarias republicanas de 2008 y 2012.
En la concurrida lista de aspirantes conservadores destaca también el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, considerado el candidato más sólido para vencer a Clinton hasta que el año pasado un escándalo político salpicó a su Administración y lastró su imagen.
No obstante, esta semana trascendió que prepara el lanzamiento este mes de un comité de acción política (PAC), su primer paso en firme como potencial aspirante.
Bush, Romney y Christie compiten por el mismo voto interno, el de los moderados, y tienen el favor del aparato del partido, que tendrá que batallar con las bases -decisivas en las primarias- para evitar que el aspirante definitivo pertenezca al ala ultraconservadora, el Tea Party.
Ese movimiento tendría como representantes en las primarias al libertario Rand Paul y al senador por Texas Ted Cruz, nacido en Canadá e hijo de un cubano y una estadounidense.
Otro legislador que estudia presentarse y cuenta con simpatías entre los ultraconservadores es Marco Rubio, senador por Florida de origen cubano al que muchos han llegado a encumbrar como “el salvador” del Partido Republicano.
Rubio decidirá en las próximas semanas si apuesta por participar en la competitiva carrera de 2016 o si, a sus 43 años, le conviene esperar uno o dos ciclos electorales para ganar reconocimiento a nivel nacional que le asegure una capacidad recaudatoria que ahora no tiene frente a apellidos como Bush o Romney.
Uno de los fuertes de Rubio, además de ser presumiblemente una de las contadas caras nuevas de las próximas presidenciales, es su capacidad de acercar a los hispanos a un partido que muchos en esa comunidad perciben como hostil por su beligerante política migratoria.
Sin embargo Jeb Bush, que le supera en todos los sondeos nacionales y de Florida, también juega esa carta: defiende la reforma migratoria, está casado con una mexicana y habla un español casi perfecto.
Con esta lista provisional en la mano y si Clinton es finalmente la candidata demócrata, los republicanos competirían con la potente idea de una primera presidenta de la nación sin ninguna mujer en sus primarias.
En ese escenario, y con el voto femenino como uno de los grandes puntales de las victorias demócratas, Clinton tendría carta blanca para reivindicar la necesidad de volver a hacer historia tras la llegada del primer presidente afroamericano a la Casa Blanca en 2008.
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