El venezolano Alberto Arvelo, director de “Libertador”, que podría convertirse mañana en la primera película en la historia del país caribeño nominada a los Óscar como mejor película extranjera, confesó en entrevista con Efe que hace mucho que soñaba con llevar a la pantalla la vida de Simón Bolívar.
En la víspera de que la Academia de Hollywood dé a conocer las cinco elegidas de entre las nueve preseleccionadas en la “short list”, Beto Arvelo, como se le conoce en Venezuela, explicó cómo heredó la querencia por Bolívar de su padre, “un gran contador de historias”, que de niño le relataba las hazañas de los libertadores.
“Ya en mi adolescencia, cuando le comenté que quería hacer cine me dio una respuesta muy linda: ‘entonces tienes que hacer una película sobre la independencia, sobre Bolívar'”, cuenta el realizador venezolano, que no oculta su inquietud.
Y no es para menos porque el haber entrado entre las nueve finalistas, superando a cintas procedentes de más de ochenta países, representa ya de por si un hito en la historia del cine venezolano, que nunca antes ha pasado el corte final para ser nominado.
Arvelo relata como persiguió su sueño desde hace muchos años, intentando hacerse con los derechos de “El general en su laberinto” de Gabriel García Márquez, hasta que un día apareció un productor alemán, Wilfred Hammecker, que compartía su misma pasión.
“Ahí comenzó un viaje de muchos años que involucró a muchos países y muchos esfuerzos colectivos para poder lanzar este proyecto”, dice el cineasta, que finalmente consiguió financiación venezolana y española para montar la superproducción que tenía en mente.
Para la historia contó con el inestimable apoyo del guionista Timothy Sexton (“Hijos de los hombres”, de Alfonso Cuarón), “un gran dialoguista, muy contemporáneo”, el creador ideal para una película “muy dinámica y de acción que la gente pudiera sentir”.
“Siempre me pareció que Bolívar era una figura enormemente cinemática, como un gran héroe romántico, la persona que entrega todo por una idea, por un sueño. Y siempre me llamó mucho la atención lo visual de todo el fenómeno de la independencia latinoamericana, esas batallas en las montañas, en las selvas, en los llanos, me parecía que había una enorme fuerza visual en todo esto”, destaca.
La película gustó mucho en Venezuela, donde fue la más vista de 2014 con más de 700.000 espectadores, aunque no se libró de algunas críticas que le achacan ciertas licencias históricas, algo que rechaza Arvelo.
“Hicimos un esfuerzo muy grande en tratar de reproducir la realidad latinoamericana de ese momento, el vestuario, las historias, la reacreación visual de los espacios y regalarle al espectador esa realidad. Creo que la película tiene un valor importante en ese sentido”, afirma.
El actor venezolano Edgar Ramírez fue el encargado de encarnar al Bolívar “irreverente, despeinado y humano”, alejado de la idolatría, que buscaba Arvelo, y lo hizo con “una pasión increíble”.
El fin era retratar al ser humano, “bajarlo de la figura hierática, idealizada y tratar de ver al hombre de verdad”, subraya.
Un hombre, en su visión, al que dejó una profunda huella su esposa, la madrileña María Teresa de Toro (interpretada por la española María Valverde), que murió tras dos años de noviazgo y apenas ocho meses de matrimonio a causa de una fiebre amarilla.
“Si aquel mosquito no hubiese picado a esa chica, probablemente la historia de Sudamérica habría sido distinta”, opina el director.
Las escenas urbanas se rodaron en la región española de Andalucía, en “ciudades hermanas que habían inspirado nuestras capitales latinoamericanas y que además estaban fantásticamente bien conservadas, lo que hace muy fácil la reconstrucción histórica”.
Para las batallas y los espacios exteriores, Arvelo buscó lugares que le permitieran generar la “poesía visual” que buscaba en América Latina. “Para mi fue tan importante el escoger cada uno de esos lugares como seleccionar a los actores”, reconoce.
El realizador se felicita del gran despegue del cine venezolano en los últimos años reflejado en premios a películas como “Azul y no tan rosa”, ganadora de un Goya, “Pelo malo”, que se aupó con la Concha de Oro en San Sebastián o la reciente “La distancia más larga”, nominada también para los Goya.
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