
El mundo cristiano conmemora hoy la pasión y muerte de Jesucristo, figura central de la gran mayoría de los habitantes de este planeta.
Sin embargo, dos milenios después de aquel acontecimiento todavía surgen muchas interrogantes sobre la autenticidad de los relatos evangélicos. A continuación están las respuestas a las preguntas centrales:
¿Jesús fue un hombre real o solo producto de la imaginación?
Suele decirse, en la investigación en Historia Antigua que “testis unus, testis nullus”. Es decir, que disponer sólo de una evidencia sobre un acontecimiento es como no disponer de ninguna. No es este el caso de Jesús de Nazaret. Además de en los Evangelios, que también son un documento histórico, hay noticias de Jesús en fuentes contemporáneas tanto latinas –romanas, por tanto– como, naturalmente, judías y en ambas, además, con la firma de autoridad de historiadores antiguos.
Entre las primeras, y además de las noticias de Suetonio, que alude a Cristo en la Vida de Claudio o de Plinio el Joven, que habla sobre aquél en la correspondencia que mantuvo con Trajano, destaca la noticia del libro decimoquinto de los Annales de Tácito, seguramente la obra histórica de más reputación metodológica del mundo romano. En ese libro Tácito, a propósito de la inculpación de los cristianos en el incendio de la Roma de Nerón, habla de Jesús como juzgado por Pilato y condenado a muerte y crucificado en la época del emperador Tiberio.
Pero, además, el erudito griego Luciano de Samósata, ya hacia el siglo II d. C. habla de Cristo como un personaje histórico crucificado en Palestina. Entre los autores judíos y además de en el Talmud, las Antigüedades Judaicas de Flavio Josefo –que escribe hacia los años noventa del siglo I d. C.– transmiten la noticia del proceso de Jesús un proceso que, además, ha sido estudiado como perfectamente ajustado –en todos sus pormenores– a la jurisprudencia y al Derecho provincial romanos.
También Poncio Pilato, el procurador de Judea que juzga a Jesús está bien documentado epigráficamente y no hace mucho se descubrió una inscripción en Caesarea Maritima que alude a su intervención en la construcción de un templete dedicado al culto a Tiberio, al culto imperial, en el teatro de dicha localidad. Además, también el Nuevo Testamento aporta mucha información sobre la vida cotidiana en tiempos de la presencia romana en el territorio de Palestina e, incluso, sobre la cultura material de la época lo que concede validez histórica a todo su material.
¿Qué forma tenía la cruz?
La crucifixión fue un terrible método de ejecución que se practicó durante ocho siglos y por el cual murieron decenas de miles de personas. Instituida en la época de los romanos, no sólo era aplicada a criminales, sino también en ejecuciones masivas y a prisioneros de guerra, como sucedió con los seis mil seguidores de Espartaco.
Sin embargo, hay que decir que no había sólo una forma de crucifixión: podía hacerse con los brazos amarrados a la porción horizontal de la cruz que cargaba previamente el condenado o clavando las extremidades por las muñecas. Las palmas de las manos no tienen huesos que den apoyo a los clavos, así que si se colocaran allí los clavos (como en los referentes de la pintura universal) se desgarrarían las carnes, desprendiéndose el crucificado.
Además, los pies podían ser amarrados o clavados por separado, uno a cada lado, con largos clavos que atravesaban el calcáneo, el hueso del talón. No parece que fuera práctica clavar un pie sobre otro ni encima de un segmento de madera que sirviera de apoyo.
A algunos prisioneros de guerra los crucificaban en árboles de diversas formas, según se le ocurriera a la soldadesca. Lo cierto es que una vez crucificada la persona, y dependiendo de la forma de crucifixión, la muerte sobrevenía en unas tres horas.
Y cuando los suplicios se prologaban, se añadían otros suplicios para apurar la muerte, como fracturar las piernas con una mandarria.
Las hipótesis más aceptadas de las causas de muerte de los crucificados son la asfixia y el shock por hipovolemia (acentuada pérdida del volumen sanguíneo).
Sin embargo, también se mencionan el shock por taponamiento del corazón y el shock neurogénico por dolor, pero muy probablemente en el deceso de los crucificados había una combinación de varias de estas causas.
¿Cargó Jesús una cruz entera a cuestas o solo un travesaño?
Tampoco se puede decir nada con certeza. Por el modo en que se crucificaba ordinariamente, parece más posible que sólo llevase el travesaño y que al llegar al lugar, una vez fijadas las manos al travesaño, fuera alzado sobre el poste vertical.
¿Cómo pudo afectar a Jesús la tortura?
Ya capturado y mientras los soldados y la turba de seguidores de Caifás, el Sumo Sacerdote y líder de la conspiración lo llevaban al Templo, Jesucristo comenzaba a ser golpeado. En el Templo de Caifás es acusado de blasfemia y condenado, tras una secuencia de vicios de procedimiento e ilegalidad, yendo de Caifás a Pilatos, de Pilatos a Herodes y de vuelta a Pilatos, donde se le sentencia a muerte por crucifixión, previa flagelación.
El flagelo, con tiras de cuero que tenían pequeñas bolas de plomo o fragmentos agudos de hueso en sus extremos, se tiraba con fuerza contra su espalda, hombros y piernas mientras estaba atado, sostenido por sus muñecas. La flagelación comienza produciendo traumatismos y hematomas, luego va rompiendo piel y el tejido subcutáneo, desgarra los músculos, macera los tejidos y expone los músculos. El dolor es extremo y la pérdida de sangre copiosa.
Según el relato, las flagelaciones fueron detenidas en 39. Luego le colocaron una corona de espinas (cada espina de unos 2,5 a 5 cm de largo) que le insertaron contra su frente y cuero cabelludo, tejidos que sangran abundantemente. Este sangramiento debió continuar por mucho tiempo, puesto que impregna y fija su imagen en el paño de La Verónica. Además, el paño púrpura que le colocaron sobre la espalda debió adherirse a la sangre y el suero que rezumaban las heridas de la espalda, para luego, al retirarla, desprender las costras y reavivar las heridas.
¿Es posible sudar sangre como relatan los Evangelios?
Desde su captura hasta su muerte, durante esas aproximadamente dieciocho horas, Jesucristo debió recorrer a pie unos cuatro kilómetros.
Ajustado a los Evangelios, el caso de la Pasión y Muerte de Jesucristo inició en el Monte de los Olivos, en Getsemaní, donde estuvo Jesús con sus discípulos después de La Última Cena y se retiró a orar. Y mientras oraba, sudó sangre, según el relato motivado porque sabía lo que afrontaría y aceptaba su muerte.
La hematidrosis o sudor con sangre se ha descrito en medicina como un fenómeno raro que ocurre en personas bajo una insoportable angustia, un enorme estrés, como se han registrado casos en algunos bombardeos.
En la hematidrosis hay sudoración exagerada con ruptura de los capilares de las glándulas sudoríparas, mezclándose la sangre con el sudor y se acompaña de profunda fatiga.
El Vía Crucis hacia la asfixia
Desde el Palacio de Pilatos al Monte Gólgota son unos 600 metros en pendiente empinada. Tan mal estaba físicamente Jesús que es llamado un tal Simón de Cirene (un norafricano) para que lo ayudara con la cruz.
Al llegar a la punta del Gólgota lo acuestan y le clavan las muñecas y los pies con clavos rudimentarios de no menos de 10 centímetros de largo, perforando huesos y nervios. Jesús no aceptó la mezcla analgésica de mirra y vino, así que una vez en la cruz, tras apoyar su cuerpo en unos pies atravesados por clavos, el dolor sería espantoso.
Ese mismo dolor activaría la tendencia a flexionar las rodillas y sostener el cuerpo con los clavos que atraviesan las muñecas, lo cual también sería espantosamente doloroso. En resumen: era imposible apoyar y erguir el cuerpo, era imposible estar quieto, era imposible moverse.
Con dolor extremo, extenuado del cansancio, desangrado, sin probar líquido, abandonado el cuerpo a su propio peso sostenido por brazos extendidos y clavados, descendido el tórax, insuflado el tórax, más expandido de lo usual y con poca capacidad para respirar lo necesario, se añade la asfixia.¿Los clavos atravesaron sus manos o sus muñecas?
Por documentos históricos, tanto de escritores cristianos como paganos, y por los hallazgos arqueológicos de crucificados en la Palestina de la época del Señor, es razonable pensar que primero clavaran los dos brazos al tablero horizontal que cargó durante el camino al Calvario. Además conocemos bien el tamaño y la forma de los clavos de hierro que solían emplear los romanos para la crucifixión: “largas pirámides cuadrangulares”, con amplia base de retención, también cuadrada. Los clavos eran, seguramente, guiados entre el radio y los huesos del carpo, o entre las dos filas de huesos del carpo. El clavo podía pasar perfectamente entre los elementos óseos y no producir ninguna fractura. Pero posiblemente, la herida perióstica era extremadamente dolorosa (periostio es la membrana fibrosa adherida a los huesos, que sirve para su nutrición y renovación).
Con los brazos estirados pero no en forma tirante, las muñecas, no la palma de las manos, eran clavadas al patíbulo. Se ha demostrado en experimentos con cadáveres, que los ligamentos y los huesos de la muñeca pueden soportar el peso del cuerpo suspendido. De otra forma, si se hubieran clavado las palmas, el peso del cuerpo en posición vertical, las hubiera desgarrado.¿Cuánto tiempo duró la agonía de Jesús?
Cabalmente que la muerte de Jesús fue el resultado de un largo proceso agónico que duró unas 12-13 horas. Desde aproximadamente las 12-1-2 AM de la noche del jueves (el canto del gallo, interesante referencia horaria del Evangelio es hacia las 3 am). La Agonía del Huerto, comienzo físico de la Pasión, debió suceder poco tiempo antes hasta las 3 PM del viernes siguiente.¿Se conocen cuáles fueron las causas de la muerte de Jesús?
El peso de la evidencia histórica y médica indica que Jesús murió antes de que le perforasen su costado, apoyando la visión tradicional de que la lanza penetró entre sus costillas y atravesó probablemente no solo el pulmón derecho, sino también el pericardio y el corazón.
Posiblemente, Jesús murió por asfixia directa por compromiso de músculos respiratorios -posicional y de multicontusiones- e indirecta, secundaria a insuficiencia cardiaca. Es también altamente posible que concurriera una situación de edema pulmonar agudo debido a la insuficiencia cardiaca instaurada por la hipovolemia y posibles arritmias.
La insuficiencia cardiaca también sería la causa de edema –derrame- en los “espacios virtuales” pleurales y pericárdicos (taponamiento cardíaco), el cual podría explicar la salida de “agua” después de sangre, tras la lanzada del centurión.
Una muerte terrible que se produce en una situación de angustia y abandono en la que estuvo consciente, cabal y lúcido hasta el último milisegundo de su vida terrena.¿Cómo se sabe que Jesús murió a las 3:00 de la tarde?
Dicen los Evangelios (Mateo 27:45; Marcos 15:33; Lucas 23:44 y Juan 19:14) que Jesús estuvo en la cruz de la hora sexta (las doce) a la hora nona (las tres), en que murió.¿Cuándo ocurrió la Última Cena?
Las fechas de las celebraciones litúrgicas coinciden con los relatos evangélicos, según los cuales la última cena fue la noche anterior a la muerte de Jesús, por la tanto, el jueves.¿Murió al día siguiente? Si falleció un viernes a las 3:00 de la tarde, entonces su resurrección no pudo producirse el domingo porque contradeciría las profecías… ¿cómo se explica?
Murió el viernes por la tarde y lo depositan en el sepulcro (1º día), su cuerpo pasa todo el sábado en el sepulcro (2º día) y resucita en las primeras horas del domingo (3º día). Este es el modo de contar los días (no se trata de días completos en el sepulcro, sino de días en los que estuvo –al menos unas horas- en el sepulcro).¿Son verdaderas la Sábana Santa de Turín? ¿Y la de Oviedo?
La fe católica no dice nada acerca de la autenticidad de las reliquias. Es una cuestión que está abierta a la investigación científica, y cada uno puede pensar lo que le parezca más razonable a la luz de los datos que se tengan. En el caso de la Sábana Santa de Turín y el Sudario de Oviedo parece que tanto los estudios históricos como el análisis de los lienzos inclina a pensar que pueden ser verdaderas reliquias.
Abraham Puche / EV Houston / Foto: Cortesía