El papa Francisco quiso golpear de nuevo las conciencias al recordar las “muchas lágrimas” que se vierten en esta Navidad, con los cristianos perseguidos en Irak y Siria, los conflictos en todo el mundo, la epidemia del Ébola y el sufrimiento especialmente de los niños.
Con un rostro entristecido y voz afligida, el papa, asomado en el balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro para la tradicional bendición “urbi et orbi” (A la ciudad y al mundo), fue haciendo al igual que el año pasado, un repaso por las guerras y males que afligen al mundo.
“Hay verdaderamente muchas lágrimas en esta Navidad junto con las lágrimas del Niño Jesús”, exclamó.
A las cerca 80.000 personas que abarrotaron hoy la plaza de San Pedro, Francisco felicitó la Navidad con una sonrisa, pero después su tono cambio a apesadumbrado y fue rogando a Dios por todos los conflictos.
Comenzó por las poblaciones de “Irak y de Siria, que padecen desde hace demasiado tiempo los efectos del conflicto que aún perdura y, junto con los pertenecientes a otros grupos étnicos y religiosos, sufren una persecución brutal”.
“¡Qué la Navidad les traiga esperanza, así como a tantos desplazados, prófugos y refugiados, niños, adultos y ancianos, de aquella región y de todo el mundo”, agregó.
Instó a que éstos “reciban la ayuda humanitaria necesaria para sobrevivir a los rigores del invierno, puedan regresar a sus países y vivir con dignidad”.
Continuó hablando de Tierra Santa y rogó que “el Señor sostenga los esfuerzos de los que se comprometen activamente en el diálogo entre israelíes y palestinos”.
También citó a Ucrania y deseó que venza “el odio y la violencia y pueda emprender un nuevo camino de fraternidad y reconciliación”, así como el conflicto en Nigeria, “donde se derrama más sangre y demasiadas personas son apartadas injustamente de sus seres queridos y retenidas como rehenes o masacradas”.
Enumeró los conflictos en Libia, Sudán del Sur, la República Centroafricana y varias regiones de la República Democrática del Congo y realizó un llamamiento “a todos los que tienen responsabilidades políticas a que se comprometan, mediante el diálogo, a superar contrastes y construir una convivencia fraterna duradera”.
En el mensaje de la segunda Navidad de su pontificado, Francisco puso el acento sobre todo en el sufrimiento de los niños.
Mencionó a “los niños víctimas de la violencia, objeto de tráfico ilícito y trata de personas, o forzados a convertirse en soldados”.
También pidió la intercesión del “Niño Jesús para los niños asesinados y maltratados antes de ver la luz, privados del amor de sus padres y excluidos por una cultura que no ama la vida”.
El papa también pensó en los niños que viven desplazados, que vienen abusados y que mueren bajo los bombardeos ante “nuestros propios ojos y nuestro silencio cómplice”.
“Su silencio impotente grita ante la espada de los Herodes. Sobre su sangre se encuentra la espada de los actuales Herodes”, aseveró.
Además pidió que Jesús “consuele a las familias de los niños muertos en Pakistán la semana pasada” y que sea cercano “a los que sufren por enfermedad, en particular a las víctimas de la epidemia de Ébola, especialmente en Liberia, Sierra Leona y Guinea”.
Al respecto tuvo un agradecimiento especial para todos aquellos “que se están esforzando con valentía para ayudar a los enfermos y sus familias”, y renovó su llamamiento “a que se garantice la atención y el tratamiento necesario”.
El pontífice argentino concluyó su mensaje esperando que Dios “se haga en tantos corazones que sufren la guerra, la persecución, la esclavitud!.
Al igual que ayer durante su homilía en la misa del Gallo pidió que este poder divino, con su mansedumbre, extirpe la dureza de corazón de muchos hombres y mujeres sumidos en lo mundano y la indiferencia”.
“¡Qué su fuerza redentora transforme las armas en arados, la destrucción en creatividad, el odio en amor y ternura!”, exhortó.
Tras el mensaje, el pontífice impartió como es tradición la bendición “urbi et orbi”.
EFE / foto: EFE