
El papa Francisco tiene una agenda muy cargada este martes en Ecuador, con una misa al aire libre en la capital y reuniones con obispos, grupos indígenas y estudiantes, además de una visita a una famosa iglesia jesuita.
El pontífice de 78 años, que vive con un solo pulmón, parecía aguantar bien el ritmo al comienzo de su gira de ocho días y tres países latinoamericanos, pese a la altitud de 2.800 metros en Quito y al día que pasó bajo el abrasador sol de Guayaquil, en la costa. Tenía tanta energía que, por segundo día consecutivo, el lunes se escapó para saludar a los simpatizantes reunidos ante la residencia del embajador vaticano, donde se aloja.
“Siempre es sorprendente lo que puede hacer el papa a su edad”, dijo el vocero del Vaticano, el reverendo Federico Lombardi. Varios miembros de la comitiva vaticana se despertaron el lunes con dolor de cabeza por el mal de altura, señaló, pero no el papa. El pontífice dijo que era la forma de Dios de ayudarle en su ministerio, indicó Lombardi.
Francisco fue recibido con todos los honores el lunes en Guayaquil, la mayor ciudad de Ecuador, donde celebró la primera misa multitudinaria de una gira latinoamericana que lo llevará después a Bolivia y Paraguay. A los cientos de miles de fieles reunidos les dijo que sus familias son la base de la sociedad, pero que necesitan más apoyos y refuerzos.
Las estimaciones de asistencia variaban, desde los 550.000 feligreses calculados por un portavoz del gobierno a los comentarios de Lombardi sobre que era plausible decir que había un millón de personas.
En su homilía, Francisco elogió a las familias como núcleo de la sociedad y las describió como “es el hospital más cercano, la primera escuela de los niños… el mejor asilo para los ancianos”. Cada día, dijo, se producen milagros por amor en el seno de la familia, pero en ocasiones el amor y la felicidad se acaban.
“¿Cuánta mujer sola y entristecida se pregunta cuándo el amor se fue, se escurrió de su vida?”, preguntó. “¿Cuántos ancianos se sienten dejados fuera de la fiesta de sus familias, arrinconados y ya sin beber del amor cotidiano?”.
Sus palabras conmovieron hasta las lágrimas a Janeth Valencia Bersosa. Esta maestra de primaria acudió a la misa con su hermana mayor, Pilar, desde Cuenca, a unos 200 kilómetros de distancia. Pasaron la noche en el parque y después se asaron al sol del mediodía durante la misa. Pero aseguró que merecía la pena. “Francisco nos ha devuelto la esperanza en la familia, en los seres que más amamos. He llorado con cada frase”, dijo.
El Papa ha dedicado los dos primeros años de su pontificado a cuestiones familiares, impartiendo lecciones de catecismo sobre diferentes aspectos de la vida familiar e invitando a toda la Iglesia a estudiar formas de proporcionar una mejor atención pastoral a las familias católicas que afrontan dificultades, incluidas personas divorciadas, homosexuales o en situaciones “no tradicionales”.
Una reunión preliminar de obispos sobre la cuestión terminó el año pasado con agrias divisiones entre progresistas y conservadores, especialmente en lo referente al trato a homosexuales y a católicos que se divorcian y vuelven a casar al margen de la iglesia. La tradición católica indica que los fieles que contraen un segundo matrimonio sin anular el primero no pueden recibir la comunión.
En su homilía el lunes, Francisco dijo esperar que el segundo sínodo sobre vida familiar, previsto para octubre, se puedan encontrar soluciones específicas a las dificultades que se enfrentan.
Lombardi dijo que el papa no se refería de forma específica a los gays o los divorciados y sólo era una mención genérica para que los obispos ayuden a la iglesia a encontrar un camino de soluciones a los problemas de la familia. Después de la misa, Francisco almorzó con un grupo de jesuitas en una escuela cercana.
Un punto destacado fue su reunión con el padre Francisco Cortés, más conocido como Padre Paquito, a quien el papa, nacido en Argentina, confió hace años la tutela de sus seminaristas en viajes de estudios a Ecuador cuando era el sacerdote Jorge Mario Bergoglio.
A su regreso a la capital, Quito, al anochecer, Francisco hizo una visita de cortesía de 50 minutos al presidente, Rafael Correa, en el palacio presidencial. Después Correa pasó un cuarto de hora presentado al papa a decenas de personas.
En su última actividad del lunes, el pontífice rezó en la Catedral de Quito y luego se dirigió a los congregados ante el templo, muchos de los cuales esperaron durante horas para verlo y aguantaron un chaparrón. En lugar de dar el corto discurso que había preparado, Francisco ofreció una bendición para el “noble pueblo ecuatoriano”.
A algunos no les preocupó. Aunque tenía la ropa empapada y temblaba en el frío de Quito, Angelica Naranjo, de 71 años, dijo que no se trataba de un sacrificio, sino de una demostración de fe.
Francisco regresa este martes al centro histórico de la ciudad para rezar en la conocida iglesia de la Compañía de Jesús, un templo del siglo XVIII perteneciente a la escuela del barroco español y que está en la lista de lugares protegidos de la UNESCO, y que lleva el nombre de la orden jesuita a la que pertenece Francisco.
Miles de personas ya están acampando para asegurarse un buen lugar de cara a la misa que dará Francisco este martes. Llegaron desde distintos lugares de Ecuador y también desde Colombia para ser testigos de un hecho histórico.
Elisa Alvarado, de Riobamba, era la primera persona en la fila del acceso 1 del parque. En diálogo con El Universo, contó que el sábado madrugó junto con su esposo e hija, que reside en Colombia, y llegaron a Quito a las 15:30. Desde entonces pernoctaron en carpas y solo espera la hora de ingreso.
“De la misa espero seguir recibiendo más gracias de mi señor, queremos que haya mucho amor, que todos nos amemos independientemente de su religión y su creencia”, dijo Alvarado, quien pertenece al Movimiento Juan XXIII.
Por su parte, desde Pasto, Johnny Cabrera se trasladó a Quito el domingo con sus padres, su hermana y su sobrina de ocho años para no perderse la oportunidad de ver al papa porque la visita de su santidad a Colombia en el 2017 aún está por confirmarse.
Cabrera dijo sentirse muy agradecido con la gente del sector del antiguo Aeropuerto y con otros fieles por la solidaridad que han tenido en estas horas de vigilia, pues convidaron aguas aromáticas, café, pan y hasta los invitaron a sus casas.
La fuerte granizada que cayó sobre el norte de Quito la tarde de este lunes anticipó la apertura de las puertas de ingreso al Bicentenario para evitar que los devotos se mojen. Estaba previsto para las 17:00, pero finalmente ocurrió a las 16:15. El parque cuenta con una capacidad de casi 900.000 personas.
A las 10:00 local (15:00 GMT), Francisco encabezará una misa en el parque Bicentenario de Quito, luego hará un encuentro con los estudiantes y más tarde visitará la iglesia colonial de San Francisco, una de las más antiguas del continente. Allí mismo se reunirá con representantes de la sociedad civil, campesinos e indígenas de la Amazonia.
Con información de Agencias
EV Houston / Foto: Referencial