“No se deje engañar por las noticias sobre las elecciones, el gobierno (de Venezuela) viola los derechos humanos, envalentonados por el silencio de la comunidad internacional“. Con esta frase comienza el artículo de Desmond Tutu publicado en el diario estadounidense Wall Street Journal.
Tutu es un arzobispo anglicano retirado, sudafricano y activista de los derechos sociales que tuvo alto reconocimiento mundial como “la conciencia moral de sudáfrica” en su lucha contra el apartheid de los 80 y por sus duras críticas a la corrupción en su país en la época post apartheid.
Para 1995, Nelson Mandela quien era presidente para ese entonces, lo nombró la máxima autoridad de la Comisión para la verdad y la reconciliación, un organismo creado para la investigación de la violación a los derechos humanos producidos por el apartheid.
En su artículo “No More Hiding From Venezuela’s Abuses” Tutu escribe:
El gobierno venezolano anunció la semana pasada que celebrará elecciones parlamentarias el 6 de diciembre. Esta noticia no habría llamado mucho la atención si no hubiese sido el resultado de una huelga de hambre de 30 días de los líderes encarcelados de la oposición Leopoldo López y Daniel Ceballos. Es alentador ver que al gobierno de Venezuela hacer movimientos hacia el respeto de la democracia, pero una verdadera elección no se hace cuando hay más de 75 presos políticos que languidecen en la cárcel.
El gobierno de Venezuela debe rendir cuentas por sus abusos a los derechos humanos. Podemos empezar por hablar en contra de las penas de prisión de numerosas figuras de la oposición. Por desgracia, voces importantes de vecinos de Venezuela en América Latina se han mantenido en silencio.
Esta renuencia a tomar una posición es sorprendente. La situación económica y de seguridad personal en Venezuela es triste, como es la respuesta del gobierno a la frustración ciudadana. En las manifestaciones callejeras del año 2014, durante las cuales cientos de miles de venezolanos protestaron contra la corrupción y la represión que azotan el país, el gobierno del presidente Nicolás Maduro y matones patrocinados por el Estado mataron al menos a 43 personas y detuvieron a más de 3.000.”
Continúa Tutu en su artículo de hoy en el WSJ:
El Sr. López completó recientemente 16 meses en la cárcel por su papel en ayudar a organizar las protestas. Eso no es un delito y debería estar en libertad. Él ha defendido las respuestas pacíficas a la injusticia; ha instado al pueblo de Venezuela a resolver sus problemas de conformidad con la Constitución del país. Así como sucedió con otros practicantes de la no violencia, Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr., el Sr. López está pagando un alto precio por su búsqueda de la justicia. Ahora que la huelga de hambre ha terminado, insto al gobierno de Maduro para que permita el acceso de la Cruz Roja a los más de 100 ciudadanos que se unieron a la huelga de hambre en solidaridad.
Mientras todo esto ocurre, los líderes latinoamericanos se han estado escondiendo detrás de excusas. Cuando los EE.UU. en marzo impuso sanciones a los violadores de los derechos humanos en Venezuela, los países latinoamericanos respondieron adoptando una resolución en apoyo del país, citando “el principio de no intervención“.
Entiendo el trauma del colonialismo. Sin embargo, sin la comunidad internacional, mi país de origen, Sudáfrica, habría sufrido mucho más derramamiento de sangre. Fue el boicot y las sanciones al régimen junto con la resistencia interna, lo que terminó el apartheid, el capítulo más oscuro de la historia de Sudáfrica. La comunidad internacional realmente no se movilizó sino hasta después de la masacre de Sharpeville en 1960, en el que 69 personas fueron asesinadas por protestar pacíficamente. El mundo no debe esperar que ocurra una masacre similar para actuar en Venezuela.
La manera de hacer frente a la grave situación de derechos humanos en Venezuela no es proteger a los líderes que manipulan sensibilidades postcoloniales y la historia para mantener un férreo control sobre el poder. América Latina y el mundo deben ir más allá de la retórica. Los gobiernos deben exigir la liberación inmediata de todos los presos políticos como un imperativo para el compromiso global con Venezuela. También es hora de que los gobiernos latinoamericanos trabajen con las instituciones multilaterales como la Organización de los Estados Americanos y las Naciones Unidas para exigir que el gobierno de Venezuela respete la dignidad y humanidad de todos sus habitantes. Su inacción le da licencia al señor Maduro para actuar con impunidad.
Sin embargo, también creo, como la Iglesia Católica, en la misericordia y el perdón. No es demasiado tarde para que el presidente Maduro cambie de rumbo. En 2016, la Iglesia Católica celebra el Año Santo de la Misericordia, que, según el Vaticano, “sirve como una invitación a seguir el ejemplo misericordioso del Padre que nos pide no juzgar o condenar, sino perdonar y dar amor sin medida“. Con el apoyo del Papa Francisco , rezo para que Nicolás Maduro honre tempranamente el Año Santo de la Misericordia y libere a los presos políticos de Venezuela.
María Fernanda González/EVHouston / Foto: Referencial