
Junio es un mes de celebrar la paternidad, de brindar por los padres del mundo que entregan amor, seguridad y confianza a sus hijos, que les dan ejemplos de trabajo y constancia y que luego de un largo día de trabajo se quitan los zapatos y la corbata y se sientan en el piso a jugar con sus hijos.
Una de las cosas más lindas y reveladoras de aprender y descubrir la maternidad ha sido precisamente encontrarme de frente y descifrar ese otro mundo tan cercano pero diferente llamado paternidad.
Descubrir a mi esposo en esa relación única y perfecta que tiene con nuestros hijos que me ha enseñado tantas cosas que a veces, al principio, no era capaz de percibir, siempre empeñada en ver todo desde mi punto de vista.
Y es que así como yo tenía una idea preconcebida de la maternidad que se enfrentó a la realidad y cambió en muchísimos aspectos con la experiencia. Debo confesar que tenía, también, muchas ideas erradas con respecto a la paternidad que la vida y mi esposo me han revelado y hoy quiero compartir.
He aprendido que ser papá no es ser mamá y por eso no puedo pretender que él haga las cosas como yo las haría. Los padres pueden enfrentar las situaciones de otra manera que es igualmente válida.
He aprendido que criar hijos es un trabajo muy fuerte y tener una pareja con quien compartirlo alivia muchas penas. He aprendido a admirar aún más a las madres que crían sin padre.
He aprendido que es preferible que mis hijos se acuesten un poquito más tarde pero pasen una hora compartiendo con su papá cuando llega del trabajo, me he dado cuenta lo importante de ese tiempo para mis hijos, pero también lo imprescindible que es para su papá.?
He aprendido que el juego y las risas son mágicos y generan vínculos profundos y duraderos. Que cuando papá llega, se quita la corbata y se sienta en el piso a jugar o hacer cosquillas, ese es el mejor regalo: su tiempo y su amor.
He aprendido que aunque papá no sepa combinar muy bien la ropa de su hija o no sepa cómo hacerle un peinado sofisticado, el tiempo a su lado es mucho más valioso y más significativo para ella que estar de punta en blanco.
He aprendido que la motivación de ser como papá es una muy grande que ayuda a los hijos a querer ser mejores.
He aprendido que antes los ojos de los hijos, papá siempre será el más fuerte, el más rápido, el más grande y el más divertido.
He aprendido una y mil veces que la calidad del tiempo compartido lo es todo, que nada agradecen más nuestros hijos que esos momentos de entrega total con ellos, no importa si es hablando, jugando, leyendo o corriendo juntos con papá.
He aprendido que volar y ser atajado por papá, más que un riesgo, es una garantía para que cuando crezcan puedan encontrar maneras de volar por sus propios medios.
La maternidad me enseñó a entender la Paternidad, a valorarla, a respetarla y admirar un papá cariñoso y dedicado. Me enseñó a dejar a papá ser papá, sin presionarlo, sin forzarlo, sin imponerme… ¡Ser papá a sus anchas!
Pregúntenle a cualquier niño y verán cómo les sabrá decir: ¡los Papás son lo máximo!
Carlota Zambrano/EVHouston / Foto: Referencial