La tensión entre el presidente y el fiscal general empezó cuando Sessions se inhibió en marzo de la investigación sobre la posible injerencia del Kremlin en los comicios a la Casa Blanca del 2016, después que se supiera que mantuvo encuentros que luego trató de esconder con el embajador ruso en Washington durante la campaña.
Según The Washington Post, que cita fuentes próximas a la Casa Blanca bajo condición de anonimato, Trump no supo de la decisión de Sessions hasta poco antes de que la anunciara y ahora le culpa de algunos de los acontecimientos posteriores, como la designación del fiscal especial Robert Mueller para supervisar el caso ruso.
The New York Times, por su parte, publicó que Trump critica a Sessions desde entonces con asesores y aliados por su “decisión innecesaria”.
El enfado de Trump fue aumentando y desembocó en conversaciones tensas con su fiscal general, aunque luego rechazó la dimisión que Sessions le ofreció.
Según estas fuentes, el enfado de Trump también está relacionado con el bloqueo de su veto migratorio en los tribunales.
De hecho, este lunes el presidente arremetió contra el propio Departamento de Justicia (dirigido por Sessions) por la forma de manejar este litigio legal.
“El Departamento de Justicia debería haberse quedado con el veto migratorio original y no con la versión aguada, políticamente correcta que ha enviado al S.C. (siglas de “Supreme Court” en inglés, Tribunal Supremo)”, consideró Trump en Twitter.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, preguntado por si Trump mantiene la confianza en Sessions, dijo “no haber hablado con él sobre eso”.
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