
Fernando Mires - Historiador chileno
En la historia moderna, los llamados a cambiar de Constitución –no confundir con una reforma constitucional– tienen un carácter fundacional.
Las asambleas constituyentes suelen ser convocadas solo después de una gran ruptura histórica o “cambio de régimen”, o cuando una fuerza social nueva se ha hecho del poder o, sobre todo, cuando una inmensa mayoría exige un cambio histórico destinado a ser plasmado en la letra constitucional.
Ninguna de esas condiciones se dan en el reciente anuncio del presidente Nicolás Maduro. Todo lo contrario: su llamado a destruir a la Constitución emerge dentro del marco de las más grandes movilizaciones sociales y políticas que ha vivido Venezuela, pero dirigidas no en contra de la Constitución, sino en contra de la presidencia de Maduro, a favor del respeto de la Constitución de 1999 y, no por último, a favor de la celebración de elecciones según dicta la pauta constitucional.
No se trata de que la Asamblea Constituyente Comunal, o como se llame el esperpento, sea una monstruosidad legal y política a la vez (su texto, en verdad, es fascista; y del más puro) Se trata del intento postrero de un régimen para mantenerse en el poder, sin elecciones, sin legalidad ni legitimidad, sin vergüenza ni moral. Como sea.
La correcta línea política de la oposición, al exigir la celebración de elecciones periódicas, ha llevado al régimen a chocar estrepitosamente con la Constitución. A la inversa, la oposición se erige, gracias al atentado cometido por Maduro, como la máxima defensora política de la Constitución Nacional.
Así se han dado las condiciones para que surja en Venezuela un amplio movimiento constitucional y constitucionalista a la vez. Uno que trasciende a la propia oposición. Un movimiento nacional que, naciendo desde los partidos, va más allá de los partidos. En fin, un movimiento que integre a las instituciones y organizaciones del país, a mujeres y a hombres, a viejos y a jóvenes, a religiosos y a laicos, a chavistas y a antichavistas, a civiles y a uniformados, a todos en defensa de la Constitución de todos.
Sin intentar vaticinios, puede pensarse que, con su llamado a destruir a la Constitución Nacional, Maduro, sin darse cuenta, ha firmado el acta de su propia defunción política. / www.polisfmires.blogspot.com
Fernando Mires – Historiador chileno / Foto: Referencial