La espera fue larga, las frustraciones muchísimas, de ver cómo el país que se inventó el deporte del béisbol y tiene la mejor competición profesional, no había podido ser campeón de Clásico Mundial, en las tres primeras ediciones, pero en la cuarta lo logró con todos los honores al blanquear 8-0 a Puerto Rico en la gran final.
El segunda base Ian Kinsler pegó jonrón de dos carreras en la parte alta de la tercera entrada y Estados Unidos, en el Dodger Stadium de Los Ángeles, ante 51.565 espectadores, puso fin a la larga espera de proclamarse campeón mundial en el deporte considerado “pasatiempo nacional”.
Puerto Rico, que jugó su segunda final consecutiva, la del 2013 fue ante República Dominicana con derrota de 0-3, volvió a perderla y también el invicto que tenía para irse del torneo con marca de 7-1, mientras que Estados Unidos logró seis victorias y sufrió dos derrotas.
El ganador fue el abridor Marcus Stroman, de los Azulejos de Toronto, que lanzó seis entradas impecables sin hit ni carreras, hasta el inicio de la séptima que permitió doblete de Ángel Pagán, dio una bases por bolas y sacó tres ponches.
Stroman (1-1), que perdió el partido de segunda ronda frente a Puerto Rico al ceder cuatro carreras en la primera entrada, esta vez se vengó con una labor excepcional y sólo necesitó 74 lanzamientos para sacar 18 “outs” tras colocar 44 en la zona del “strike”.
El dominio de Estados Unidos fue completo en todas las facetas del juego al acabar el partido con 13 imparables por tan sólo tres de Puerto Rico, que cometió también un error.
La derrota se la quedó el también abridor Seth Lugo (2-1), que lanzó algo más de cuatro entradas y fue castigado con cinco imparables, incluido el jonrón de Kinsley, le hicieron cuatro carreras limpias, dio cuatro bases por bolas y retiró a siete bateadores por la vía del ponche después de realizar 85 lanzamientos y 54 fueron colocados en la zona buena.
Junto a Estados Unidos y Puerto Rico, Japón (tercero) y Holanda (cuarto) también llegaron a las semifinales del torneo, que comenzó a disputarse el pasado 6 de marzo, con la participación de 16 países, en seis sedes diferentes y por primera vez en su historia superó el millón de aficionados que acudieron a los campos a presenciar los juegos.
El problema para los puertorriqueños era Stroman que estaba intratable desde el montículo y con su recta y cambio de velocidad no permitía nada y el bateo oportuno de Puerto Rico seguía sin aparecer.
Lo contrario de Estados Unidos que se hizo presente de nuevo en la quinta para fabricar otro racimo de dos carreras esta vez con sencillo impulsador de McCutchen que llevó a Christian Yelich y a Eric Hosmer a la registradora con el relevista Joe Jiménez en el montículo y pusieron el marcador en 4-0.
Pero la noche era perfecta para Estados Unidos, que se recreaba ya con la victoria histórica y quiso ponerle la guinda al pastel del partido disputado con otro racimo de tres carreras que inicio el segunda base Brandon Crawford que pegó sencillo productor de dos anotaciones que lograron Arenado y Hosmer.
Mientras que el bateador designado Giancarlo Stanton, de origen puertorriqueño, pegó sencillo impulsador que puso a McCutchen en la goma con la séptima carrera del partido (7-0).
Todo estaba decidido, pero Estados Unidos quería más y en la parte alta de la octava volvió a anotar con otro sencillo productor de McCutchen que permitió a Arenado, también de origen puertorriqueño, anotar el parcial de 8-0, tras un error en el lanzamiento del segunda base Javier Báez.
Mientras que desde el montículo, los relevistas de Estados Unidos estuvieron dominantes como lo hicieron durante el torneo y junto a Dyson, que trabajo la séptima entrada, Pat Neshek y David Robertson se encargaron se sacar los seis últimos “outs” del partido sin ningún tipo de problema.
Luego llegó el delirio, la celebración y el saborear la gloria del triunfo en su propia casa, donde se volvió a escuchar el grito de “¡U.S.A, U.S.A.!”, más fuerte que nunca.
EV Houston Newspaper – EFE / Foto: EFE