Epstein era consciente, que cuando recibió la oferta de los Cachorros para encargarse de la reconstrucción del equipo que más tiempo había estado en la historia del deporte profesional en Estados Unidos sin conseguir un título, se enfrentaba al mayor reto de su exitosa carrera profesional.
Que precisamente había desarrollado al frente de otra franquicia, la de los Medias Rojas de Boston, a la que también llegó con el encargo especial de acabar con la llamada ‘Maldición del Bambino’.
Antes, Epstein fue editor del Yale Daily News, graduándose de esa universidad en 1995.
Hizo una pasantía con los Orioles de Baltimore, fue reclutado por Larry Lucchino a los Padres y se graduó de derecho de la Universidad de San Diego.
Los Medias Rojas habían seguido su trayectoria y con Lucchino en el equipo de Boston, Epstein fichó con ellos en noviembre del 2002, cuando tenía apenas 28 años, fichaje que lo convirtió en el gerente general más joven en la historia de las mayores.
Su gestión fue brillante y con el toletero dominicano David Ortiz como gran líder del equipo, Boston ganó la Serie Mundial en el 2004 y nuevamente en el 2007 con las que puso fin a una sequía de 86 años sin que los Medias Rojas ganasen el Clásico de Otoño.
Lo tenía todo a su favor para seguir al frente el equipo campeón y ganador, pero Epstein renunció tras la temporada del 2011 y asumió el cargo de director deportivo de los Cachorros, que habían sido adquiridos por la familia Ricketts dos años antes, y se encontraban en plena crisis de juego.
“Luego de 10 años, no importa cuán apasionado sea uno, es ver los mismos problemas día tras día y ver a la misma gente”, valoró entonces Epstein para explicar la decisión de salir de la organización de los Medias Rojas. “Es el mismo panorama diario por 10 años y eventualmente uno se beneficia de tener un panorama distinto, problemas distintos”.
Su filosofía le vino a dar la razón, llegaba a una organización con una realidad muy distinta a la que se vivía en los Medias Rojas, pero con el mismo objetivo, la de superar la sequía de títulos que muchos achacaban a la ‘Maldición de la Cabra’, y todo por cambiar.
El triunfo ante los Indios no dejó ninguna duda de que el proceso que inició fue el acertado y de ahí que al concluir el Juego 7 de la Serie Mundial admitiese que no sólo ganaron sino que lo hicieron de forma brillante, su mayor satisfacción.
“Es apropiado que ganamos con uno de los mejores partidos en toda la historia”, expresó el miércoles por la noche tras ganarle a los Indios por 8-7 en 10 entradas en Cleveland. “Fue simplemente increíble, un homenaje a nuestros jugadores, a su espíritu de lucha”.
Junto al gerente general Jed Hoyer, un hombre de su completa confianza, Epstein, reestructuró totalmente al equipo.
El pelotero de origen cubano Albert Almora Jr., que anotó la séptima carrera que rompió el empate a 6-6, fue el primer jugador seleccionado en el sorteo aficionado bajo la responsabilidad de Epstein.
El tercera base Kris Bryant llegó en 2013 y el jardinero Kyle Schwarber en 2014, y los Cachorros hicieron traspasos para conseguir al lanzador estelar de origen puertorriqueño Jake Arrieta, que llegó de los Orioles de Baltimore; el primera base Anthony Rizzo, de los Padres, y el campocorto Addison Russell, de los Atléticos de Oakland.
Arrieta, Rizzo y Russell han sido decisivos en los triunfos de los Cachorros durante toda la temporada regular y en la fase final.
El equipo de Chicago invirtió en el mercado de agentes libres tras la temporada de 2014, consiguiendo al lanzador zurdo Jon Lester, que ya lo tuvo en las Medias Rojas, y luego al lanzador John Lackey, al pelotero Ben Zobrist y a los jardineros Dexter Fowler y Jason Heyward
El cerrador cubano Aroldis Chapman fue adquirido de los Yanquis de Nueva York en julio y Mike Montgomery vino de Seattle, dos relevistas claves en la recta final de la temporada y también en la Serie Mundial.
El receptor venezolano Willson Contreras y el segunda base puertorriqueño Javier Báez ya estaban en el equipo desde la época en que Jim Hendry era el gerente general, del 2002 al 2011.
Con esta plantilla y sobre todo el fichaje del veterano manejador Joe Maddon, que llegó tras dejar a los Rays de Tampa Bay, donde también los había llevado a la Serie Mundial, Epstein pasó de tener que aguantar varias temporadas con 100 o más derrotas al final de temporada a ser los nuevos campeones del Clásico de Otoño.
Todos reconocen la gran valía de Epstein como gestor y formación de equipos ganadores, que quedó de nuevo demostrada en la manera como cambió la historia de los Cachorros al poner fin a una amarga travesía de 108 años sin conseguir un título de campeones nacionales.
Terry Francona, el piloto de los Indios, que dirigió a los Medias Rojas cuando también estaba Epstein, dado que él lo fichó, dijo que la gran virtud que posee es el experto en acabar con las “maldiciones” es que no cree en ellas y además confía plenamente en los profesionales que contrata para su equipo.
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