El grupo ecologista italiano Legambiente, junto con la organización Greenpeace, vigilará el traslado del crucero Costa Concordia hasta su desguace en Génova, para contabilizar los daños medioambientales que pueda causar este rescate.
“Estamos trabajando, junto con Greenpeace, para desarrollar un una labor de control de la nave y monitorizar su traslado a Génova (norte)”, dijo a Efe el responsable del sector del mar de Legambiente, Sebastiano Venneri.
Ayer comenzó la penúltima fase del proceso en la Isla de Giglio (centro) antes del desguace del Costa Concordia, con su elevación dos metros por encima de la plataforma submarina en la que se encontraba apoyado desde el pasado septiembre y con el traslado 30 metros mar adentro.
El crucero encalló el 13 de enero de 2012, después de que el capitán de la nave, Francesco Schettino, decidiera acercarse a la costa de la isla e impactara con un escollo que rompió el casco de la embarcación y la hizo naufragar, en un suceso que causó 32 fallecidos.
Actualmente, el Concordia se encuentra a flote con ayuda de unos enormes cajones metálicos, pero amarrado a la roca con un sistema de cables que le unen con la costa.
La nave permanecerá así previsiblemente hasta el próximo 21 de julio, cuando unos remolcadores la trasladarán a Génova para proceder a su desguace definitivo.
Será entonces cuando recorra 200 millas náuticas (370 kilómetros) a una velocidad de dos nudos (3,7 kilómetros por hora).
En ese traslado es precisamente cuando existe mayor peligro de contaminación, según apuntó Venneri.
El ecologista de Legambiente puso el acento en que, actualmente, el barco contiene “cerca de 100 toneladas de carburante, además de una serie de sustancias nocivas como desinfectantes o ácidos, que son dañinas para el medio ambiente”.
Estas sustancias, precisó, “pueden ser vertidas al mar en el momento en el que la nave se mueva” de la Isla de Giglio, donde permanece desde el naufragio.
“Hay una gran cantidad de sustancias que no han podido recuperarse y que, de liberarse, pueden tener un efecto muy negativo en el ecosistema”, señaló.
El responsable de Legambiente apuntó a que “todas las formas de vida pueden verse resentidas, desde las ballenas y los delfines, hasta cualquier otra forma de vida vegetal”.
Para controlar y cuantificar los posibles daños que se puedan producir, Legambiente y Greenpeace acompañarán al Costa Concordia durante su viaje y verificarán constantemente la calidad del agua con análisis periódicos, dijo Venneri.
No obstante, sostuvo, el daño que más preocupa a la organización italiana es el perjuicio medioambiental ocasionado en las costas de la Isla de Giglio.
“El dato más preocupante sigue siendo el daño ambiental que se ha producido en el fondo marino y que, en nuestra opinión, debe ser cuantificado económicamente y resarcido”, subrayó.
Venneri se refirió al deterioro generado a raíz de la creación de la plataforma submarina en la que ha permanecido apoyado el crucero, así como toda la instalación montada para su recuperación.
Desde el pasado septiembre, la mole de 44.600 toneladas, 290 metros de longitud y 17 pisos de altura descansaba sobre una estructura que había sido construida durante los meses anteriores.
Ahora, la cuestión es también qué hacer con esa plataforma después de que el Costa Concordia sea desguazado.
“Hay un debate entre los habitantes de la isla, que dicen que puede resultar más útil mantenerla. Nosotros sostenemos que el fondo marino debe ser restablecido cuanto antes y la plataforma debe ser desmantelada”, aseguró.
“El fondo marino del Giglio -añadió- es maravilloso en su forma natural, no es necesario tener elementos artificiales para que se convierta en algo más bello. Por eso, todos los elementos artificiales, en nuestra opinión, deben ser eliminados”.
El impacto de Costa Concordia contra las rocas provocó en 2012 una rotura de 70 metros en el casco y comenzó a hundirse a 150 metros de la costa.
En el barco viajaban 4.229 personas, de ellos 3.209 pasajeros de 62 nacionalidades.
De los 32 fallecidos uno está aún desaparecido y hubo 64 heridos. Entre los pasajeros había 77 españoles y uno de ellos, Guillermo Gual, murió en el naufragio.
El capitán Schettino actualmente afronta un proceso judicial acusado de homicidio culposo múltiple, abandono de la nave y naufragio, así como de no haber informado inmediatamente a las autoridades portuarias de la colisión contra un escollo que provocó el naufragio.
EFE / Foto: EFE