“¿Romperá el Ejército este ciclo de violencia?”, se preguntó un líder del Comando Vermelho, la banda de narcotraficantes más poderosa de Río, en una reciente noche de trabajo, mientras sus subordinados pesaban marihuana y cocaína en una balanza digital en la favela desde la que operan.
Los comentarios, durante una inusual visita de Reuters a líderes de las dos pandillas de narcotraficantes más influyentes de Río, los hizo dos meses después de que el presidente Michel Temer desplegara 30.000 soldados con el argumento de que el crimen organizado “se había apoderado de Río de Janeiro”.
Los líderes de las pandillas se reconocen como criminales, a quienes la policía busca por su papel en la violencia relacionada con las drogas.
Su punto de vista, que Reuters reporteó en un esfuerzo por comprender ambos lados del conflicto en Río, muestra a organizaciones que no se disculpan por sus actividades criminales, pero que probablemente no atacarán a un ejército que consideran, en el peor de los casos, como un inconveniente pasajero.
“Nada cambiará”, dijo un líder del Terceiro Comando Puro, la segunda pandilla más poderosa de Río y archirrival del Comando Vermelho. Explicó que se mantendría menos visible durante la intervención militar, pero que sus soldados seguirán vendiendo drogas.
“Regresaré a trabajar cuando se vayan”, agregó.
Dos meses después del despliegue del Ejército por 10 meses, el área metropolitana de más de 12 millones de personas está más tensa que antes, dividida por el reciente asesinato de una importante concejal y, días más tarde, por la muerte de ocho jóvenes a manos de la policía en Rocinha, la barriada más grande de Río.
Los asesinatos se suman a un aumento de los homicidios tras la reciente recesión que golpeó a la economía de Brasil y al presupuesto de seguridad pública de Río. En solo tres años, en que la policía tuvo problemas de paga y de equipo, las muertes violentas aumentaron un 35%, según cifras del estado.
Si bien la violencia ha sido un problema de Río durante décadas, la tasa es el indicador que desespera a los cariocas. Antes de la recesión, muchos pensaban que la ciudad finalmente había dado vuelta a la página, en pleno auge del petróleo en sus costas y por el éxito los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol.
Hoy, incluso el jefe del Ejército, el general Eduardo Villas Boas, dice que Río no debe esperar una pronta solución a la violencia que enfrenta una policía sin los fondos suficientes contra bandas de narcotraficantes y milicias paramilitares que controlan grandes extensiones del área metropolitana.
En marzo, el primer mes completo de presencia del Ejército a cargo de la seguridad, se reportaron 191 muertes violentas dentro de los límites de la ciudad de Río, un aumento del 24% frente a febrero. Las muertes a manos de la policía aumentaron un 34% en el mismo período.
Si bien los militares trabajan para reestructurar la organización policial y erradicar focos de corrupción bien conocidos, las soluciones reales deben ser “a muy largo plazo”, precisó el general en un informe de marzo.
Los problemas de Río surgen de “décadas y décadas de abandono y de no satisfacer las necesidades básicas de la población”, agregó.
EV Houston Newspaper / Reuters / Foto: Reuters