
Rocxanne Deschamps era vecina y amiga de la madre de Nikolas Cruz, Lynda, y tras la muerte de ésta, en noviembre, se ocupó del joven de 19 años y su hermano.
Pero en los meses en que Cruz vivió con ella, Deschamps dijo que su familia llamó en tres ocasiones por la obsesión del joven con las armas y su deteriorada salud mental.
La primera llama fue realizada poco después de descubrir un recibo en la habitación de Cruz donde se indicaba que había comprado un arma y balas, la segunda luego de que el joven cavara un hoyo en el jardín trasero supuestamente para esconder un arma y la tercera cuando esté le dio puñetazos a una pared de la casa y lastimará a su hijo mayor.
“La policía nos dijo que no podían hacer nada”, dijo llorando Deschamps.
“Conté a la policía sobre incidentes anteriores que conocía, cuando Nikolas colocó un arma en la cabeza de su madre y la cabeza de su hermano. También les conté de otras señales inquietantes”.
Deschamps dijo que estaba “muy preocupada” de que usara la nueva arma “para lastimarse a sí mismo o a otros”.
Tras la última llamada al 911, Cruz se fue a vivir a la casa de James y Kimberly Snead, padres de uno de sus compañeros de clase.
Deschamps dijo que rogó a Cruz que buscara ayuda médica, y afirmó que el joven estaba “muy deprimido” tras la muerte de su madre, pero se negaba a volver a tomar medicamentos o a ver a un terapeuta.
Nikolas Cruz ha sido acusado de 17 cargos de homicidio en primer grado tras la masacre perpetrada el Día de los Enamorados, cuando armado con un rifle de asalto entró a la escuela secundaria Parkland.
Estudiantes de todo el país convocaron a marchas masivas el próximo sábado para reclamar al Congreso que imponga restricciones a la compra y al porte de armas.
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EV Houston Newspaper / AFP / Foto: AFP