A la media hora, mientras intentaba espantarlos con basura, una manada de perros Pitbull le gruñó y rompió la puerta de metal, lo primero que pensó fue en su hermana, quien había sido atacada por unos perros meses atrás.
“Es una locura”, dijo Roland, suspirando. “No camino más afuera. De ninguna manera”.
Los ingresos bajos en los barrios predominantes de afroamericanos y latinos al sur de Dallas, ha provocado que feroces perros deambulen por las calles donde muchos residentes han denunciado que tienen que salir a las calles con un bate o tubo de protección, en algunos casos con un spray primienta.
Sin embargo, un punto de inflexión se produjo en mayo, cuando al menos cuatro perros atacaron fatalmente a Antonieta Brown, de 52 años, en un terreno justo al otro lado de la calle de la casa de Roland.
Los maltratos eran visibles, marcas de colmillos salpicaban su cuerpo un trozo de un bíceps le faltaba, al punto de que un agente de la policía lo comparó con un ataque de tiburón.
Después de eso, las autoridades de Dallas contrataron a una empresa de consultoría, el cual publicó un informe este verano donde estimaba que cerca de 9.000 perros deambulaban por el sur de la Interestatal 30, específicamente, en la línea de separación de la ciudad.
Varios consultores le han dado vueltas a la ciudad durante el verano y se han percatado de que hay diversas razas y tamaños de perros en el sur de Dallas.
El concejal, Casey Thomas, que creció y representa una franja del sur de Dallas, dijo que el área había sido “plagado” por lo que podía recordar por los perros callejeros .
“Es un problema critico,” dijo, estirando la vocal para dar énfasis. “¿gente que camina con palos y palos de golf? Eso es una cuestión de calidad de vida.”
El problema es casi en su totalidad en el sur de Dallas, una situación que Thomas le atribuye a las bajar tasas de esterilización y castración, así como la escasez de clínicas veterinarias en los barrios más pobres.
Los residentes dicen que algunos de los perros se quedan atrás después de que las personas son desalojadas.
Essicka Wilson, de 40 años, dijo que escuchó un grito desesperado desde fuera de su casa de ladrillo rojo en el sur de Dallas en julio.
“Paraaaa!” gritaba una mujer “¡Aléjate!”, era otro ataque, pero esta vez, la mujer sobrevivió.
Pocos días después del ataque, la familia de esta fue mordida decenas de veces dijo la estación de televisión de Dallas KFAA, afortunadamente la fémina fue dada de alta en el hospital y se recuperaría satisfactoriamente.
La gente no debería tener que vivir así, dijo Wilson, agregando que ella no debería tener que preocuparse por sus niños que juegan en el patio delantero o sobre lo que podría pasar con su Chihuahua llamado Abraham – Jamón, para abreviar – si otros perros se cuelan en su patio.
Dijo que ha tenido pesadillas sobre un grupo de perros que van atrás de ella mientras camina hacia su coche.
En su sueño, ella intenta correr a toda velocidad, pero su artritis reumatoide no se lo permite y los perros la alcanzan.
Pero Rekka Melby del Proyecto Perro de la calle, un grupo sin fines de lucro Dallas centrado en el rescate de animales de un barrio en el sur de Dallas, dijo que era “extremadamente raro” encontrar un perro feroz en las calles.
Que ciertamente no ha sido así, dijo, de cualquiera de los 45 perros rescatados desde que el grupo comenzó en marzo, la descripción de los caninos es más que todo de nerviosismo y ansiedad.
“Sólo tienen que entrar en una casa y saber que están bien”, dijo.
El grupo se centra en pasar tiempo en el barrio, hablando con la gente acerca de esterilización y castración para ayudar con pequeñas tareas como tapar los huecos para que los perros no puedan escapar.
“Estamos buscando a la gente del barrio que quiera ayudar a los animales, y luego se puede pagar más adelante por esto”, dijo Melby.
Iveth Villalobos / EV Houston / Foto: Chron