Durante el día, diferentes autoridades Filipinas informaron que existía la posibilidad de una reunión formal entre ambos presidentes durante la cena, en al cual Obama estaría al lado de Duterte en la mesa, aunque finalmente fueron situados separados.
La conversación entre ambos mandatarios se produce después de que Obama cancelara la reunión que debía mantener con Duterte en Laos tras los insultos del filipino en una comparecencia en Manila el pasado lunes antes de volar hacia la cumbre en Laos.
“Putang ini, mumurahin kita diyan sa forum na iyan” (“hijo de p…, te maldeciré en el foro”, en tagalo), dijo Duterte sobre Obama, en respuesta a las críticas del estadounidense por la polémica guerra contra la droga iniciada por el presidente filipino el pasado julio y que ha causado más de 2.500 muertos.
Tras el claro gesto de distanciamiento de Washington, Duterte dijo el martes que lamentaba que sus insultos se hayan “entendido como un ataque personal hacia el presidente de EE.UU.”, y expresó su “profundo aprecio y afinidad” por Obama.
Recordemos que Filipinas es uno de los principales aliados de Estados Unidos, en esta región del Pacífico donde Obama ha reorientado la política exterior de Washington para contrarrestar el auge de China.
En los últimos años EE.UU. ha reforzado la cooperación militar con Manila, que se disputa con Beijing la soberanía de varios islotes del mar de China Meridional.
La cancelación del que iba a ser el primer encuentro entre Obama y Duterte ha supuesto un importante varapalo a las relaciones diplomáticas entre EE.UU. y Filipinas.
Ambos países son históricamente aliados pero sus nexos se han degradado desde los comicios del pasado mayo, en que Duterte fue elegido nuevo presidente filipino.
Iveth Villalobos / EV Houston / EFE / Foto: EFE