El país con el salario mínimo más bajo es Venezuela, el más alto es el de Argentina y Colombia está por debajo del promedio de la región, publica la revista colombiana Semana.
En algunos países de la región como Argentina, Brasil, Colombia, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile, el salario mínimo promedio para el 2018 será de aproximadamente USD 355.
Según cifras publicadas por los bancos centrales e institutos de estadística de las ocho naciones, se presentó una inflación acumulada, a noviembre del año pasado, de 5,40 %.
En Paraguay, el salario mínimo legal comenzó a regir a partir de junio de 2017 y se ubica en USD 371. El salario básico en este país será renovado a mediados del 2018.
Argentina cerró el año con una inflación cercana al 21 %. El gobierno de Mauricio Macri determinó que la ampliación del salario básico se hará en tres partes a partir de enero y en lo corrido del primer semestre del 2018. El salario base quedó en USD 544.
El segundo país con el salario mínimo más alto de la región es Chile: un trabajador puede ganarse USD 456, con una inflación nacional de 2,10 % a noviembre del año pasado.
El gobierno de Uruguay definió el valor del salario base, para el año que en curso, es de USD 431. Cabe destacar que, a nivel latinoamericano, Uruguay tiene la inflación más alta -sin contar a Venezuela- con un promedio de 6,88 %.
A finales de diciembre, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, anunció un salario mínimo de USD 391. En noviembre del 2017, el índice inflacionario fue de -0,27 %, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Brasil registró uno de los más bajos aumentos en el ingreso mensual básico para los trabajadores. Para este año quedó en USD 325, con un aumento del 1,81% y una inflación de 2,50 %.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, indicó el 30 de diciembre que el salario mínimo mensual será de USD 265, mientras que el subsidio de transporte estará en el orden de los USD 30, reseñó el diario de huila.
En abril el gobierno de Bolivia acordó con las centrales obreras subir el sueldo en 10,8% y quedó en 866.000 pesos colombianos.
Mientras que México es uno de los pocos países que está por debajo de Colombia con un mínimo que fue ajustado en noviembre y será de 410.000 pesos. Sin embargo, el Gobierno señala que solo 1.000 de personas ganan esa mensualidad.
En Venezuela se dieron seis aumentos del salario mínimo en 2017. El último fue del 40 % en el mes de diciembre. Pero ante la crisis económica que vive el país, los ciudadanos han determinado que no es suficiente para comprar la canasta básica.
Inflación desatada
Además de que Venezuela es el país con el peor salario mínimo del continente americano, las proyecciones inflacionarias para este año 2018 son catastróficas.
El panorama para este período es oscuro debido a que no se vislumbran correcciones en la política económica, de manera que los venezolanos seguirán padeciendo las consecuencias de las distorsiones de la economía, publica el portal web venezolano Crónica Uno.
En 2018 la crisis económica se extiende. El Gobierno apunta a mantener los controles e incrementar las regulaciones, lo que no corregirá los desequilibrios y las familias padecerán una hiperinflación y severas fallas de abastecimiento de varios alimentos, medicinas, artículos de higiene personal, entre otros rubros esenciales.
En 2017, el presidente Nicolás Maduro dijo que sería el “primer año del arranque de los motores del nuevo modelo económico posrentista del socialismo productivo, de recuperación y superación de los problemas” y hasta indicó que se harían alianzas con privados, pero sucedió lo contrario, la economía empeoró. Por tal motivo, los analistas estiman que sin plan de ajustes, las distorsiones se profundizarán en este período que será electoral.
¿Qué pasó en 2017?
Si 2016 fue malo con una caída de 16,5 % del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con los datos que notificó el Gobierno a la Comisión de Valores de Estados Unidos, 2017 fue otro período de contracción, con hiperinflación y sanciones por parte del país norteamericano.
A lo largo del año, el Jefe de Estado siguió usando los poderes especiales de los decretos de emergencia de económica para continuar con los manejos discrecionales del gasto y los ingresos, regular la producción y obligar a las industrias a orientar más de la mitad de lo que fabrican a los Comités Locales de Absatecimiento y Producción (Clap), que se encargan de distribuir bolsas de comida y fiscalizar. Instancias a las que se les ha dado más poder.
El recorte en la entrega de dólares siguió. Durante la primera mitad del ejercicio, la asignación de divisas fue menor y desde septiembre se paralizaron las autorizaciones a través del mecanismo complementario, de manera que aquellos que intentan operar recurren al mercado paralelo, cuya tasa se ha disparado y ha impactado en los precios. Ecoanalítica estima que en noviembre apenas se asignaron a los privados 6 millones de dólares.
Aunque el precio del crudo fue 46,6 dólares promedio —33 % mayor que la media de 2016— la producción petrolera estuvo por debajo de los 2 millones de barriles diarios, por lo cual los ingresos siguieron siendo insuficientes.
El gobierno de Estados Unidos aplicó sanciones a los funcionarios y a la nación lo que ha impactado en las operaciones de la República y en la capacidad para levantar recursos.
En medio de la crisis, el Ejecutivo anunció una reestructuración de la deuda pública, de la cual no hay detalles. En los últimos meses del 2017 del servicio de la deuda, se canceló el capital y el desembolso de los ingresos va por cuentagotas, lo que ha sido calificado como una cesación de pagos técnica.
A la baja producción se sumó el colapso de los servicios como el transporte y la falta de efectivo. Los billetes son insuficientes para atender la demanda que se ha disparado por la inflación de cuatro dígitos.
¿Qué viene para los próximos meses?
Menos producción. En 2017 la economía terminará con una caída de más de 10 % del PIB, según las bancas de inversión y firmas económicas, que por ahora proyectan que en el 2018 el retroceso estará entre 6 y 8 %, por lo cual será el quinto año de recesión. El economista y profesor del IESA, José Manuel Puente, explica que “la crisis será mayor y el margen de maniobra será muy limitado”.
Para este próximo período, los sectores clave de la economía seguirán contra la pared. En la manufactura el panorama es oscuro. En días pasados, el presidente de Conindustria, Juan Pablo Olalquiaga, alertó que si no se corrigen las políticas oficiales más de 1000 industrias cerrarán en 2018. El economista Omar Zambrano asevera que “no habrá posibilidades de mejoras en la producción”.
Hiperinflación. Por primera vez el país tiene una inflación de cuatro dígitos. Desde 2015, el BCV no publica el índice de precios al consumidor, pero los cálculos de la Asamblea Nacional y las firmas económicas indican que los precios en 2017 avanzaron más de 2500 %.
La merma de la producción y la fabricación desordenada de bolívares por parte del instituto emisor para atender las necesidades del sector público —que en 2017 subió 1300 %— continuarán acelerando los precios y la inflación superará con creces la del ejercicio pasado. Un informe de LatinFocus, que recoge los cálculos de Ecoanalítica, Torino Capital, Barclays, JP Morgan entre otras firmas, destaca que la inflación estará entre 4000 y 9000 %. Omar Zambrano destaca que “la hiperinflación se está desatando y no tiene límite”.
Deterioro del salario. La caída del poder de compra del salario ha sido de más de 50 % y quien devenga un sueldo mínimo apenas puede adquirir 4,6 % de la canasta alimentaria, de manera que la aceleración de los precios seguirá evaporando el ingreso del venezolano.
Recorte drástico de importaciones. En 2017 las importaciones terminarían con un retroceso de más de 30 % y estarían —según las proyecciones de Ecoanalítica— en 12,7 millardos de dólares. En ese período, el Gobierno optó por adquirir menos insumos en el exterior con el fin de atender los pagos de deuda pública. Para el año que inicia, las compras externas se desplomarán. El vicepresidente de Economía, Wilmar Castro Soteldo, indicó que en 2018 tiene que haber un recorte drástico de importaciones y anunció que el descenso será de 40 %, de manera que las adquisiciones de bienes en el exterior estarán muy por debajo de los 10 millardos de dólares.
Más escasez. En 2017 persistió la ausencia de algunos alimentos, medicinas y rubros de aseo por el descenso en la entrega de billetes verdes que afectó la producción. Frente al recorte severo de las importaciones anunciado por el Gobierno, las empresas trabajarán a menos capacidad y las fallas de abastecimiento serán mayores, lo que implicará la cacería de los bienes esenciales.
Desempleo. La menor actividad industrial y comercial tendrá un impacto en el empleo. En la encuesta de Conindustria del segundo trimestre de 2017, 56 % de las industriales indicaron que redujeron los empleos, situación que podría acentuarse el próximo año.
Producción petrolera en crisis. En 2017 la producción petrolera siguió en declive y en 11 meses perdió más de 400.000 barriles diarios para estar en 1,8 millones de barriles diarios, señalan los datos de la Opep. La menor inversión, la falta de personal calificado, las deudas con proveedores y los retrasos en labores de mantenimiento han afectado la producción y actualmente, la gerencia de la estatal está encabezada por militares, lo que genera dudas sobre un incremento en la capacidad de extracción.
Ingresos a medias. La estrechez financiera continuará, porque el flujo de ingresos no será tan elevado. En uno de sus escenarios, Ecoanalítica proyecta los ingresos petroleros en 24,8 millardos de dólares. El precio del crudo se estima en 47 dólares promedio. Ante la menor actividad económica, los ingresos tributarios tampoco serán suficientes. Ya la alta inflación ha impactado a la recaudación. José Manuel Puente agrega que “el aporte tributario será bajo, especialmente del Impuesto sobre la Renta, porque habrá una disminución de la producción”.
Las vías para obtener más fondos estarán limitadas. Zambrano apunta que “el Gobierno no cuenta con otras fuentes de financiamiento, pues además tiene cerrados los mercados”.
Gestión fiscal. El 2018 es de elecciones presidenciales, y en estas etapas, el gasto se dispara. La administración de Maduro se enfrentará a menores ingresos ordinarios y buscará incrementar los egresos en salarios, pensiones, misiones y funcionamiento de los entes y empresas públicas, debido al contexto electoral.
Puente destaca que “el Gobierno intentará gastar más y lo focalizará en los Clap y las misiones que generan altos dividendos políticos, aunque su capacidad de gasto se verá mermada“. El déficit persistirá y las firmas lo estiman en más de 10 % del PIB.
Fallas con el efectivo. A las distorsiones mencionadas, se suma la crisis de efectivo. En la segunda mitad de 2017 los billetes en circulación fueron insuficientes para atender la demanda y las dificultades aumentarán por los altos precios y la baja capacidad para importar piezas.
EV Houston Newspaper – Agencias / Foto: Referencial