
Desde las series abdominales queinician con intentos tendientes al abandono denuestro colchón cada mañana, y hasta el momento de ser invadidos por una relajación plena que nos envía hasta el día siguiente, nos vamos distribuyendo entre actividades que llenan de hábitos, rutinas y eventos extraordinarios nuestros día a día; sumergiéndonos, pues,entre lo que nos toca y lo que voluntariamente escogemos hacer, asumiendo el sacrificio de tragar de lo primero a cambio de poder degustar lo segundo.
Son tres tipos de cosas, las que básicamente llevamos a cuestas a lo largo de nuestra vida. El primer bloque de ellas, está representado por todo aquello que, irremediablemente, “nos toca hacer”,no habiendo estado en nuestros planesdesempeñarnos en ellas, pero que surgieron a raíz decircunstancias sobrevenidas basadas en oportunidad o simple necesidad; tal como es el caso de oficios aprendidos en virtud de algún negocio familiar e incluso quehaceres improvisados por situaciones de crisis o insuficiencia económica -incluidos aquellos que, alejados de la moral y de las buenas costumbres, son capaces de contentar deseos efímeros con metasalcanzables a corto plazo,a razón de su alta rentabilidad económica.
Por otro lado, hacen vida las cosas que dominamos de manera “nata”, tal y como si se tratara de unacodificación genética que nos ha dotado de habilidades y destrezas, para que nuestra participación en ellas sea sobresaliente entre las demás personas. A diferencia del grupo anterior, las aquí contenidas nos gusta, o al menos no nos disgusta hacerlas,tornándose incómodo para los otros tantos que, pese a grandes esfuerzosconfabuladoscon una ilusión latiente, no logran tan óptimos resultados; lo cual se experimenta comúnmente conalgunasartes (cocina, pintura, danza, teatro), con la creatividad, los deportes, la escritura y el buen gusto, por solo nombrar algunos.
Finalmente, frente a nosotros aguarda el más importante de todos los grupos, ese que conocemos bien pero que muchas veces lo mantenemos oculto;allí en donde permanecen suspendidaslas cosas que anhelamos hacer, y que no ameritarían para nosotros cargas emocionalesni esfuerzo alguno en su ejecuciónpues, sin duda alguna, nos resultarían tan gratificanteslos resultadoscomo el proceso mismo.
En muchas ocasiones, estas perduran en nuestros sueños y nunca se realizan, por requerirse, para su logro, el abandono de la “zona de confort”(precisamente las mencionadas en los grupos anteriores),así como enfrentarel miedo a recomenzar.
Es necesario aprender a convivir con cada uno de los grupos, sin embargo, es de suma importancia darle vidaal tercero de los nombrados, donde habitualmente cohabitancarreras por cursar, negocios por emprender, lugares donde vivir y modos de proceder; por constituir éstos, el placebo que cura el espíritu, así como el motor que automatiza los trabajos en los otros dos terrenos. En caso contrario, nuestros sueños seguirían saboteando nuestras ocupaciones corrientes diarias, sorprendiéndonoscon alucinaciones fantásticas en pleno horario laboral.
Zaki Banna / @ZakiBanna
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