
La vagina tiene una flora bacteriana natural y normal, con presencia predominante de lactobacilos, una bacteria que contribuye a mantener el ambiente vaginal con la acidez adecuada para no permitir el crecimiento de otros microorganismos. Este delicado balance puede verse alterado por condiciones de estrés, medicinas, cambios hormonales y también por limpieza excesiva.
Los cambios en la vulva- vagina van surgiendo a medida que envejecemos, pero la disminución de estrógeno, producto de la menopausia, es el principal responsable de la resequedad vaginal, ardor, picazón, molestias y dolor durante el coito u otra actividad sexual. Estos síntomas anatómicos y funcionales locales, pueden llevar a la atrofia vaginal, condición que también puede afectar negativamente la calidad de vida y la relación de pareja.
No hay un momento preciso durante el proceso menopáusico para el inicio de estos cambios. Puede aparecer tempranamente o tardíamente en el proceso, aunque por lo general comienza una vez establecida la menopausia propiamente dicha y a diferencia de los “bochornos” o “calorones” que pueden mejorar con el tiempo, la atrofia vaginal típicamente, empeora.
¿Cómo afectan la menopausia y envejecimiento al sistema genitourinario?
· Cambia el pH del ambiente vaginal, de ácido a alcalino, favoreciendo las infecciones vaginales.
· Las secreciones vaginales y la lubricación disminuyen.
· El tejido vaginal adelgaza, pierde elasticidad y humedad. Se hace más frágil y susceptible a laceraciones por la penetración, tanto en el acto sexual como por el uso médico del espéculos, duchas o aplicaciones vaginales conllevando el consecuente desgarre y sangrado de la mucosa. Cuando esto sucede vinculado al acto sexual produce un natural rechazo y disminución de la práctica sexual.
· La reducción de la frecuencia del acto sexual con ausencia de penetración puede estrechar y acortar la cavidad vaginal haciéndola menos elástica. Si bien la vagina está anatómicamente diseñada como órgano receptor, esto no quiere decir que la mujer deba asumir una actitud pasiva y aceptar un coito no placentero sacrificando su rol activo y no disfrutar de este acto como es su derecho.
Entonces, ¿qué hacer?
1. Romper cualquier tabú sexual que tenga, (si no lo logras sola, busca ayuda profesional).
2. ¡Comunícate con tu pareja! Involucra tu pareja en esta nueva etapa de la vida, educándose los dos y buscando ayuda profesional.
3. Tratamientos locales como humectantes vaginales, lubricantes vaginales y estrógenos locales. Éste último es tema de discusión con su médico ya que algunos estrógenos locales pueden ser de absorción sistémica, tomándose las precauciones necesarias en caso que aún tenga útero.
4. Una vez tomadas las medidas es recomendable la estimulación sexual regular promoviendo el flujo sanguíneo y las secreciones vaginales para una sana vida sexual.
Dra. María Mejía / Foto: Referencial