
Salir de Venezuela y abandonar el entorno natural también le tocó a Andrés Sanabria, un muchacho caraqueño de 19 años que hace doce años está practicando Karate y que desde entonces no ha parado de destacar en la disciplina, lo suficiente como para pensar seriamente en él como una de las esperanzas olímpicas de Venezuela en Tokio 2020, juegos en los que no solo Gokú (el reconocido protagonista de la manga y anime Dragon Ball) será embajador, o donde veremos a robots servir como guías turísticos, sino que en lo deportivo ofrecerá novedades, como por ejemplo, la inclusión de cinco nuevas disciplinas: béisbol, surf, monopatín (skateboarding) escalada deportiva y el deporte al que Andrés le ha dedicado más de media vida, el Karate.
Siendo el mayor de tres hermanos, y buscando impartir un poco de disciplina al inquieto niño de siete años, su mamá, Isabel Urreiztieta lo inscribió en una escuela, sin imaginar que su hijo se convertiría en un atleta de élite.
“A mí me gustó la idea porque veía a mucho a los Power Rangers (risas) y de ahí seguí y no paré. Competí a nivel infantil con mi escuela en Sebucán, hasta que en 2010 comenzó todo, cuando me convertí en juvenil representando al estado Miranda, quedé tercero en mi primer nacional y me llamaron a representar a Venezuela en el Suramericano donde gané bronce y luego logré el oro en el Panamericano”, explica quien desde agosto de 2015 llegó a Houston, gracias a una oportunidad de trabajo que le surgió a su padre y las condiciones difíciles de su país como para llevar una vida normal y segura.
Así, el hecho de tener un medallero que incluye Suramericanos, Centroamericanos y Panamericanos, no sólo lo ha convertido en un representante fijo de la tricolor, sino que una vez fuera de Venezuela, mantuvo intacto el propósito de seguir con su carrera, objetivo que ya dio su primer fruto en el pasado mes de abril, cuando ganó la medalla de oro en el US Open de las Vegas, el evento más importante de Karate en los Estados Unidos.
“Andrés tiene unas condiciones naturales que lo hacen muy competitivo, y eso, aunado a toda la parte técnica que se le ha venido trabajando en estos años, lo hacen una esperanza olímpica”, explica su sensei Luis Alberte, quien le ha acompañado en su formación desde Venezuela y que hoy también se encuentra radicado en Houston, preparando además a su hija, Ananda Alberte, otra deportista que tiene las condiciones para viajar a Japón como parte de la delegación.
Hoy, Andrés tiene mucho por hacer: toma clases de inglés, imparte sus conocimientos a niños en una escuela en Katy (TX), donde también practica bajo la mirada del sensei Patrick Richoux, y piensa en su futuro como deportista y profesional.
“Quiero estudiar Bussiness”, dice Andrés, objetivo que está tratando de canalizar a través de la institución “Inf4college”, la cual tiene por misión proporcionar a los estudiantes y a sus padres la información y las herramientas necesarias para completar el proceso de solicitud de la universidad.
En cuanto a lo deportivo, Andrés planifica viajar el próximo mes de julio y competir en la Copa Internacional Simón Bolívar, la más importante de Venezuela, y así atraer las miradas de la Federación Venezolana de Karate Do para tener oportunidad en los próximos eventos que están por venir (Suramericano en Bolivia, Panamericano en Argentina y Mundial en España). El camino a los Olímpicos para Andrés es largo y difícil, pero muy esperanzador.
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Instagram: @andressanabriaa
Twitter: @AndresSanabriaa
Carolina de las Salas / Foto: José Sanabria